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El responsable de las cuentas públicas anunció que el martes se cerrararía la investigación a la Infanta. Sin embargo, antes de que terminase, Montoro ya había presentado sus las conclusiones: se trata de un “error” administrativo. La prensa que ha criticado la fórmula de presentar las conclusiones antes de disponer de los hechos fue reprendida desde el Congreso: “no vean fantasmas volando” dijo a quienes preguntaban por los indicios de blanqueo denunciados por los inspectores. Anteayer llegó la segunda y acusó a quienes han puesto en duda el papel de Hacienda de “sembrar teorías de la conspiración” y de “tener una única contribución a la vida pública: la novela negra”, unos términos que parecían tener a un periódico específico como objeto de sus dardos.
Pero el sermón más sutil desde el púlpito del Consejo de Ministros no fue dirigido a la prensa ni a quienes han hablado ya. Se lanzó hacia quienes pueden hablar desde el PSOE. Montoro recordó que las fechas en que se produjeron los descuadres son 2005 y 2006, es decir, los años en los que gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero. “Les pido responsabilidad a todos” –dijo Montoro— porque esto puede haber sido un “error de todos”.
Montoro tendrá muchas cualidades. Sin duda la sutileza no es una de ellas. El pacto de silencio está ya ofrecido… y ahora falta ver si aceptado.
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