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jueves, 10 de abril de 2008

Una lectura política de Las aventuras de Tintín

"Para un amigo mío, que piensa que Tintin es un fascista y el perro un gilipollas..."

No es baladí analizar la carga política de Las aventuras de Tintín pues es quizá la serie de la historia del cómic, más aún, traducida a infinidad de idiomas y con una ventas de millones de álbumes, es una saga fetiche y uno de los iconos culturales del siglo XX.

Los homenajes a su autor, Hergé, han sido y siguen siendo constantes.Es de sobra sabido que George Remi -verdadero nombre del belga Hergé. (1907- 1983)- tuvo una educación ultra religiosa y que fue miembro de la Federación de Boy Scouts Católicos.

Terminados sus estudios, trabaja en el periódico reaccionario Le XXème Siècle y será para el suplemento juvenil, que además dirigió, que crea a Tintín el cuál es en cierto modo un boy scout.

La primera historieta de este personaje, “Tintín en el País de los Soviets”, aparece en 1929 en Le Petit Vingtième; es el álbum más politizado de toda la serie con un anticomunismo rabioso que nunca le perdonó una buena parte de la izquieda por más que Hergé renegara después de su pasado ultra pues fue incluso simpatizante de los nazis.

El carácter contrarrevolucionario de esta historieta es excesivamente panfletario y la polémica de su tema la ha convertido en más popular de lo que merece pues es mediocre. Hergé realizó mucho mejores trabajos.

La siguiente aventura será “Tintín en el Congo” (en el Congo belga, of course), de clara carga colonialista y racista. En ella el protagonista caza un elefante para apoderarse de sus colmillos de marfil y los pueblos africanos son tratados con absoluto desprecio [v. nota 1].

Paradójicamente en el tercer album, “Tintín en América”, los pueblos indígenas serán tratados con más benevolencia; también vemos como son despojados a golpe de bayoneta de su territorio cuando en él se descubre petróleo, escena esa que Hergé no quiso eliminar pese a presiones que recibió. Se dice que en general este álbum destila una cierta crítica al capitalismo pero yo me inclino a pensar que de lo que se trata es de una anti-norteamericanismo propio de un espíritu reaccionario.

A partir de aquí, la carga xenófoba del personaje se tornará en paternalismo colonialista. Prueba de ello son sus amigos Tchang en “El Loto Azul” (álbum nº 5) y Zorrino en “El Templo del Sol” (nº 14). Como anécdota: el Tintín que tanto disfrutaba exterminado la fauna africana en sus correrías por el Congo, sanará a un Elefante en “Los Cigarros del Faraón” (nº 4).

De hecho, “El Loto Azul”, publicado en 1934-35, es una dura crítica a la intervención imperialista japonesa en China y la primera historia de la serie en la que su autor se documenta y no dibuja a base de tópicos. Mucho influyó en esta visión benévola de China el que Hergé trabó amistad con el estudiante chino Zhang Chongren. Después llegarían “La Oreja Rota” (nº 6), “La Isla Negra” (nº 7), “El Cetro de Ottokar” (nº 8)… y la ocupación alemana de Bélgica en 1940 [v. nota 2].

En “La Oreja Rota”, Tintín viaja por primera vez a Latinoamérica, a donde regresará en más ocasiones, concretamente al país imaginario de San Tehodoros que le servirá para dar cabida a todos sus prejuicios sobre violencia, dictaduras, revoluciones y caracteres de los sudamericanos, siempre dando referencias veladas a situaciones de actualidad, en este caso a la guerra entre Paraguay y Bolivia.

Aquí conoceremos por primera vez el imaginario país de San Teodoro y al general-golpista Alcázar. Durante la ocupación, el padre de Tintín será colaboracionista con los invasores y a diferencia de muchos de sus compañeros seguirá trabajando sin mayores problemas en Le Soir, periódico claramente pro nazi.

Es la época de “El Cangrejo de las Pinzas de Oro” (nº 9), “La Estrella Misteriosa” (nº 10), “El Secreto del Unicornio” (nº 11), “El Tesoro de Rackham el Rojo” (nº 12), “La Siete Bolas de Cristal” (nº 13) y “El Templo del Sol” (nº 14).

Para evitar controversias, en ninguna de ellas hay excesivas referencias a la situación política, excepto en "La Estrella Misteriosa" (1942): El multimillonario malvado de la aventura es un judío norteamericano llamado Blumenstein; los científicos de la expedición en la que participa Tintín o son del Eje o de países neutrales y ninguno de los aliados; el barco enemigo lleva bandera norteamericana. En la segunda versión de 1952 el malo pasará a llamarse Bohlwinkel y ser latinoamericano y desaparecerá la bandera.

En "El Cangrejo de las Pinzas de Oro" aparece por primera vez el Capitán Haddock, que según dicen "malas lenguas" es alcohólico y fumador a diferencia del führer. Obvia decir que Tintin es abstemio y no fuma.

Tras la IIª Guerra Mundial, Hergé será acusado de colaborar con el nazismo a lo cual el responderá diciendo que lo ha criticado el expansionismo alemán en “El Cetro de Ottokar”. En efecto, en esta historia, un país ficticio europeo Borduria intenta anexionarse el también reino imaginario de Syldavia con la colaboración de un individuo llamado Müsstler (Mussolini+Hitler, obviamente) y los bordurios se asemejan en sus uniformes y tácticas a los nazis.Esta historieta apareció en 1938, pocos meses después de la anexión de Austria por parte de Alemania.

Tras una época turbulenta para su autor, en 1946 regresa a su trabajo de dibujante y continúa “Las Siete Bolas de Cristal” que fue tan gran éxito que disipó cualquier intentona judicial contra Hergé.

A continuación vinieron “Tintín en el País del Oro Negro” (nº 15), “Objetivo: La Luna”, “Aterrizaje en la Luna” y “El Asunto Tornasol”. En estas tres últimas, el papel de malvados les vuelve a corresponder a los bordurios que en este caso está claro que simbolizan al bloque soviético: Borduria es un Estado soviético de la Europa del Este (se encuentra al igual que Syldavia en los Balcanes) y su dirigente máximo se llama Plekszy-Gladz (es decir plexiglás, mientras que Stalin quiere decir el hombre de acero).

Sin embargo no hay referencias directas al momento político y todo son evocaciones. Para muchos críticos (y para este Editor), “El Asunto Tornasol” (1954-56) es no sólo la mejor obra de Hergé sino una de las más notables de todo el "noveno" Arte. La historia cuenta la rivalidad entre Syldavia y Borduria por obtener los planos de la fabricación de una poderosa arma. Este elaborado guión casi de espionaje es una recreación- de nuevo sin insinuaciones directas- de la guerra fría. El papel de malos corresponde a los bordurios pero Hergé toma un papel neutral entre el enfrentamiento entre ambos bandos.

Las últimas historietas son: “Stock de Coque” (nº 19), “Tintín en el Tíbet” (nº 20), “Las Joyas de la Castafiore” (nº 21), “Vuelo 714 para Sydney” (nº 22) y “Tintín y los ‘Pícaros’” (nº 23) [v. nota 3].

“Tintín en el Tíbet” es el álbum favorito su autor. En él, no solo veremos a su protagonista arriesgar su vida pro salvar a su amigo Tchang sino el tratamiento exquisito que se le da a los lamas, es sin duda la historia más humana de toda la serie. En 2002 surgió una polémica cuando en Pekín se editó el álbum con el título “Tintín en el Tíbet chino” por motivos políticos evidentes; tras una polémica con Casterman, la empresa propietaria de los derechos de autor de Hergé y con su viuda, el álbum recuperó su denominación original.

"Tintín y los ´Pícaros´", título que cierra la saga, es muy peculiar. A veces, más parece uno de esos escritos de un izquierdita desencantado que el trabajo de alguien que fue filonazi. Por muchos detalles, es una ruptura con el pasado: Tintín deja sus clásicos bombachos para vestir tejanos, lleva en símbolo de la paz en su casco de motorista y practica yoga. En este último álbum reaparece el general Alcazar- que anteriormente salió de refilón en “Las Siete Bolas de Cristal” y en “Stock de Coque”- enfrentado a su eterno rival el general Tapioca -al cual Haddock llama “Mussolini de carnaval”-, que es apoyado por Borduria (curiosamente apoya a éste y no al conocido de Tintín).

En las primeras páginas en que Tintín se encuentra con Alcázar y su grupo de guerrilleros “los Pícaros” parece simpatizar con la Revolución. A medida que pasen las páginas dará la impresión de que queda desencantado al comprobar que Alcázar es más de lo mismo.

Hubiera sido interesante ver la evolución posterior del personaje pero no pudo ser.

NOTAS:

[1] “Tintin en el Congo” se publicó originalmente en blanco y negro. En las reediciones posteriores a color se retiraron algunas de las imágenes más polémicas.

[2] La ocupación provoca que quede inconcluso “Tintin en el País del Oro Negro”, que Hergé retomará muchos años después.

[3] El álbum nº 24, “Tintín y el Arte-Alfa” quedó inconclusa debido al fallecimiento de su autor. Fue publicado póstumamente pese a no estar completo y solo bocetado a lápiz.

FUENTE: (de referencia) Raúl Calvo Trenado, julio de 2007.

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