Vi en ETB un reportaje sobre un parque dedicado a los represaliados de la guerra civil con una serie de obras artísticas en las que destacaba un muro con los nombres de todos los represaliados en Navarra y, otra obra, entre muchas, del inefable Nestor Basterretxea que como la mayoría de las que hace, para mí, es una auténtica mamarrachada. Hace tiempo que dejé de tener la menor admiración por la creatividad de este hombre que me parece vive del cuento.
Será duro pero es lo que siento. Pero lo importante es Sartaguda y su inmensa lección de gallardía. A Sartaguda se le conoce como el pueblo de las viudas por la cantidad de hombres que murieron durante y después de la Guerra Civil a causa de la represión franquista. En pocos años fueron fusilados 84 de sus poco más de mil habitantes.
El recuerdo de esos hechos siguió vivo en la memoria de los vecinos durante décadas y ha llegado hasta nuestros días. Hoy, apenas unos días después de la aprobación de la ley de memoria histórica, Sartaguda está a punto de estrenar el primer parque de la Memoria en el estado español.
Durante la guerra a los de izquierdas les obligaban a llevar un brazalete blanco, las mujeres fueron peladas al cero, les daban aceite de ricino para que se hiciesen sus necesidades encima... Sartaguda quedó dividido, y los dos bandos parecían irreconciliables.
A finales de los setenta el pueblo de las viudas dio un primer paso para la recuperación de una memoria recluida en la intimidad de los hogares de los perdedores. Se exhumaron los cadáveres de los 84 vecinos fusilados y enterrados en fosas y se les dio sepultura en el cementerio municipal.
Entre ellos estaban los restos de los 45 hombres que fueron obligados a apuntarse como voluntarios en el Tercio de Sanjurjo y que fueron fusilados a los pocos meses. La idea de homenajear a los fusilados nace en el 2000. En una fiesta para recaudar dinero para la ikastola local, el artista José Ulibarrena presentó la escultura Ejecutados en la Santa Cruzada, que representaba un fusilamiento.
A partir de ahí surge la idea de urbanizar un parque dedicado a los represaliados y se constituyen dos asociaciones para tirar el proyecto adelante. La iniciativa recibió el apoyo del Parlamento de Navarra, con la abstención de UPN. En paralelo, 70 ayuntamientos de la comunidad foral aprobaron otra moción que secundaba la construcción del parque de la Memoria.
El parque es hoy una realidad sobrecogedora en la que los árboles jóvenes comienzan a enraizar. A falta de una última escultura, el recinto tiene un muro en el que están inscritos los nombres de los 3.278 navarros fusilados, una impresionante escultura en acero corten con el perfil de un hombre rodeado de impactos de bala, unas placas con textos de Pablo Antoñana, Bernardo Atxaga, Castillo Suárez, José María Jimeno y Jokin Muñoz. Y, un poco retirada, una escultura que representa a dos hombres fusilados que se abrazan a una mujer.
El parque de la Memoria se inaugurará en primavera, “después de las elecciones, para evitar cualquier uso partidista”, defiende Carlos Espinosa, portavoz de la Asociación Pueblo de las Viudas. Del presupuesto de la obra, de casi medio millón de euros, el Parlamento navarro ha aportado 150.000; el Ministerio de la Presidencia, 120.000 y otros 150.000 han ido a cargo de ayuntamientos y particulares.
Tan sólo falta por colocar un portal, del artista José Ramón Anda, y recaudar los 80.000 euros necesarios para concluir el espacio. Tras la guerra, Sartaguda quedó dividido entre las gentes de izquierdas y las de derechas, y esta división continuó hasta los sesenta. A menudo había peleas entre uno y otro bando, las madres amenazaban a sus hijas con lo peor si se casaban con el adversario.
Hoy las fronteras son más difusas.Los jóvenes salen de fiesta juntos, y, tímidamente, se comienza a hablar de lo que creó tanta división entre sus padres y abuelos. El litigio de las tierras La historia del pueblo de las viudas es parecida a la de otros lugares de la Península de pasado caciquil.
El duque del Infantado era el propietario de casi todas las tierras, muchas de ellas sin trabajar, y de las casas. El pueblo no tenía ni fuente y, a pesar de la proximidad del río Ebro y de disponer de tierras de regadío, muchas familias vivían en la miseria. Se intentó negociar la venta de parcelas con el administrador de las propiedades, Ramiro Torrijos, pero quienes osaban pedirle tierras obtenían por respuesta que acabarían bajo tierra. “Actuaba como un rey local.
Torrijos era el dueño de la vida y de la muerte”, afirma Alberto Ruiz, un vecino del pueblo. “Las seis familias que eran de su confianza siempre tenían trabajo. Las otras, según”, recuerda Jesús Benito. Durante la República hubo un motín, el administrador Ramiro Torrijos tuvo que huir y las fincas fueron parcialmente ocupadas. “El pueblo de Sartaguda pagó muy caro, quizás el que más, su derecho a dejar de vivir en la edad media”, afirman los autores del libro “Navarra, de la Esperanza al Terror”.
FUENTE: Blog de Iñaki Anasagasti Olabeaga, 3 de diciembre de 2007. DIRECCIÓN DE ENLACE AL BLOG DE IÑAKI ANASAGASTI: http://ianasagasti.blogs.com/
FOTOGRAFÍA: Página Oficial Ayuntamiento de Sartaguda www.sartaguda.com
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