Letizia lo ha conseguido. Ya no se habla del largo de su falda, de sus repeticiones textiles, de si se pone o no pestañas postizas, de sus supuestos tratamientos estéticos o de si lleva las puntas crispadas o no.
Los escándalos que durante los últimos meses han puesto a la Casa Real en la encrucijada la han devuelto al segundo plano que, desde su llegada a Zarzuela, siempre ha intentado conseguir, a pesar de que también ha sabido sacarle punta al interés que despierta en los medios de comunicación, con una aparente soberbia, no siempre bien entendida. Pero, de lo que no cabe duda, es que con los últimos sucesos, la princesa ha ganados puntos con respecto al resto de royals en la opinión pública.
Además de que a nivel mediático han sucedido cosas más relevantes de las que informar, se han reforzado en ella y también en su marido, el príncipe Felipe, valores que otros miembros de la Familia Real han ido perdiendo a medida que han sucedido el incalculable número de cataclismos en los predios de Juan Carlos.
En verdad, son los únicos que no se han metido en líos durante los últimos tiempos, salvo algún que otro viaje privado injustificado. Mal entendidas por la generalidad han sido las palabras de la infanta Elena y la reina Sofía quitándole hierro al accidente con un arma de fuego que sufrió Felipe Juan Froilán el fin de semana pasado y que le mantiene todavía ingresado en la Clínica Quirón de Madrid.
“Esas cosas pasan con los niños”, vinieron a decir. Más tarde, el tío Álvaro remató en la radio, manifestando: “A todos se nos ha escapado un tiro alguna vez”. La primogénita y la esposa del Rey han contribuido a alborotar todavía más el patio, que anda últimamente más transitado que de costumbre, aderezando los desaguisados con pullas en directo a Marichalar, presente durante el accidente. La ausencia del Rey también ha dado mucho qué hablar. Todo el mundo habla de su relación con la princesa alemana Corinna, quien presuntamente le representó hace unos años ante un príncipe saudí.
El tema sube de temperatura y se torna en magna incandescente amenazando una institución que, aunque considerada vetusta y antigua por muchos, lucha por sobrevivir. Mientras, el asunto de Iñaki Urdangarin con la Justicia, parece que no se solucionará de forma inminente. Habrá daños colaterales. Es más, ya los está habiendo.
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