Llegó a mis manos -bueno, en realidad llegó a mi correo electrónico- una Nota informativa, fechada en Erandio el día 4 de los corrientes, en la que el Departamento de Interior del Gobierno vasco “manifiesta su disposición a un diálogo sincero para lograr acuerdos en la Ertzaintza”.
Su lectura me produjo una sensación contradictoria, porque el texto, que ocupaba cuatro páginas, basculaba entre la incontenible ufanía de quien se considera el redentor que amerita todas las medallas y la aseada mesura del que se sabe pecador y expresa públicamente su propósito de enmienda. “Venga chicos”, venía a decir, en resumen, la Nota Informativa, “no lo echéis todo a perder ahora que la cosa va tan bien y después de todo lo que hemos hecho por vosotros”. La única duda que le queda al lector tras su completa recensión es si el mensaje que figura en él está dirigido a los ertzainas o a los medios de comunicación; algo que nunca podremos dilucidar, trantándose, como se trata, de un documento emitido por un Departamento en cuya cúpula se tiende a confundir la sociedad -o, si se prefiere, la ciudadanía- con la opinión publicada en los medios de máxima difusión.
El documento, por lo demás, no encierra especial interés para el observador político; aparte, quiero decir, del que pueda entrañar para la representación sindical de la Etzaintza y para los medios abonados a la loa grauita de este Gobierno. Los primeros verán en él al pecador arrepentido que pide una segunda oportunidad y los segundos al redentor satisfecho que demanda una -otra más- crónica hagiográfica. Hay, con todo, un punto de la Nota informativa que no puedo dejar pasar por alto. En uno de sus epígrafes, pomposamente titulado “Cambios para una Ertzaintza más moderna”, el escrito afirma que “en los dos últimos años se han producido cambios significativos dentro de la Ertzaintza que en algunos casos han dado solución a demandas históricas del colectivo de agentes”. El arco temporal que sus redactores toman como referencia para formular el autopanegírico es, como se ve, el de “los dos últimos años”.
Ni uno más, ni uno menos. Ni uno anterior ni uno posterior. Exactamente el de “los dos últimos años”. ¿Saben por qué? Supongo que sí, ¿verdad? Y si no lo saben se lo imaginan, ¿a que sí? Bueno, pues entonces nos ahorramos la explicación. Creer que el mundo empieza con uno mismo, recibe el nombre de Adanismo. Y la tendencia a olvidar el pasado es conocida como amnesia. En ambos casos hay algo -o mucho- de patología.
Pero entre los “cambios significativos” que se han producido “dentro de la Ertzaintza” durante el último bienio para dar solución “a demandas históricas del colectivo de agentes” figura, en primer lugar -en lugar preferente-, una que me ha resultado familiar: “Ha sido con este Gobierno -dice la Nota informativa- con el que se ha conseguido que los ertzainas se puedan jubilar los 60 años percibiendo el 100% de la pensión.” La calculada redacción del párrafo transcrito incluye una expresión impersonal -”se ha conseguido”- que sugiere sin decir, insinúa sin aseverar o evoca sin afirmar, dejando en el lector no avisado una impresión equívoca, si no abiertamente falsa.
La Nota no dice que haya sido “este Gobierno” el que “ha conseguido” el logro al que se refiere la frase que reproduzco. Menos mal. Pero dice que ha sido “con este Gobierno”, “con el que se ha conseguido” la jubilación a los 60 años. Y no es exactamente así. Esa “demanda histórica” de los agentes no se consiguió “con este Gobierno”, sino con el anterior. Y para ello fue esencial el papel desempeñado por el equipo de Javier Balza. Lo que sí es verdad es que ese logro, materializado con el Gobierno anterior, se ha implementado “con este Gobierno”.
Pero no es lo mismo conseguir que implementar lo ya conseguido, no conviene confundirse y menos aún confundir a terceros de buena fe. Conseguir algo exige superar obstáculos, imponerse a antagonismos y vencer resistencias. Implementarlo es mucho más sencillo y agradecido. La jubilación de los ertzainas a los 60 años con el 100% de la pensión se “consiguió” en el acuerdo presupuestario que el PNV y el PSOE firmamos en Madrid a finales de 2008 para la aprobación de las cuentas públicas del año siguiente. Entre los compromisos que arrancamos al Gobierno para respaldar su proyecto presupuestario, figuraba uno, consignado con el número 3, que decía literalmente lo siguiente: “Derecho a la jubilación anticipada de los Ertzainas.
En la actualidad, existe una situación de desigualdad en cuanto a un derecho público subjetivo básico como lo es el de la distinta edad a la que pueden acceder a la jubilación unos (Ertzaintza) y otros (Policía dependiente del Gobierno Central); obviamente más beneficiosa para estos últimos que para los primeros. , que es fuente de desigualdades que carecen de base objetiva y razonable, pasa por buscar una situación equiparable en tres órdenes: en el contenido de un derecho fundamental (como lo es la edad de jubilación); en el coste para alcanzar esta situación; y en lo relativo a la eficiencia en la prestación del servicio público policial (hay un consenso general en Occidente en el sentido de que la edad de jubilación de un policía integral debe anticiparse a la actual edad de jubilación de la mayoría de los trabajadores asalariados).
Ésta equiparación en los tres aspectos señalados (derecho fundamental, coste y eficiencia en la prestación del servicio) ha de buscarse a través de la modificación de la regulación de la edad de jubilación para la Ertzaintza. En su virtud, ambas partes acuerdan adoptar las medidas que resulten necesarias para garantizar la equiparación de la Ertzaintza a la Policía Nacional en cuanto a las condiciones de edad de jubilación, quedando claro que el coste económico resultante será asumido por el Estado” Que nadie me pregunte, por favor, por la autoría del texto. Es evidente que no lo redactó Vargas Llosa. Tampoco fui yo, aunque me esmerase en limar los pasajes que más raspan a la sensibilidad del buen lector. Pero a veces, las negociaciones arduas -y esta lo fue- arrojan textos tan deplorables, desde el punto de vista literario, como el que acabo de transcribir.
En cualquer caso, lo que ahora quisiera destacar es el hecho de que esa meta que, según la Nota informativa del Departamento de Interior “se ha conseguido”, con “este Gobierno”, ya estaba comprometida -y, por tanto, “conseguida”- un semestre antes de que Patxi López cruzara el umbral de Ajuria Enea. Si no se puso en marcha hasta más tarde, fue porque su realización práctica requería la emisión de informes y cambios normativos que llevaban tiempo. El documento está firmado por los portavoces de los dos Grupos parlamentarios en el Congreso: el socialista y el vasco. Pero a nadie se le oculta que, concretamente esta cláusula, formó parte de las condiciones que nosotros pusimos para prestar apoyo a las cuentas públicas del Estado para 2009. Si en lugar de esa condición hubiésemos incluido otra para que se mejoraran las dotaciones destinadas al estudio del planeta Marte, por poner un ejemplo, los socialistas la hubiesen aceptado exactamente igual y, concretamente los socialistas vascos -así funcionan las cosas en Madrid- nada hubiesen tenido que añadir o quitar a lo acordado.
Pero fue Balza el que pidió con insistencia que incorporásemos ese asunto a la negociación. Y una vez que lo logró, su equipo -señaladamente Mikel Legarda y Juan Mar Barasorda- participó activamente en las conversaciones que mantuvimos en el Ministerio de Interior para pulir el acuerdo. No es exacto, ni justo, por tanto, decir que la jubilación de los ertzainas a los 60 años “se consiguió”, como si se tratase de algo que emergió espontáneamente del suelo, o sucedió por sí mismo, sin autoría identificable. No “se consiguió”; lo “consiguió” el PNV en la negociación presupuestaria de 2008 para 2009, a instancias de Javier Balza que entonces encabezaba el Departamente de Interior. Hay que decirlo claro y alto en honor a la verdad.
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