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Los animales parecen cada día más listos, y no porque estén aprendiendo de los humanos, sino más bien por lo contrario: los bípedos implumes vamos conociendo mejor los entresijos de su inteligencia. Tomemos las últimas noticias sobre los perros: las habilidades mentales del mejor amigo del hombre se aproximan a las de un niño de dos a dos años y medio de edad.
Lo dice Stanley Coren, una eminencia en psicología canina. Pero ¿Qué significa esa afirmación? Que los chuchos pueden contar hasta cinco y detectar el error en una suma como 1+1 = 3, aprender 165 palabras o signos (los más brillantes llegan a conocer hasta 250), desentrañar el funcionamiento de mecanismos sencillos (un pestillo), encontrar el camino más rápido a un objeto (una silla, por ejemplo) o, urdir trampas para obtener una recompensa.
"Y son casi tan eficaces en engañar a los seres humanos como éstos lo son en engañar a los perros", soltó Coren ante la convención anual de la Asociación Americana de Psicología, reunida en Toronto (Canadá). Coren, profesor de Psicología en la Universidad de la Columbia Británica, ha revisado numerosas investigaciones centradas en tres clases de inteligencia canina: instintiva (la que viene en la raza); adaptativa (la que aprende del entorno a solucionar problemas); y la que se obtiene con el trabajo y la obediencia (equivalente al aprendizaje escolar). Sus resultados colocan a los perros muy cerca de los humanos y otros primates superiores.
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Quienes deseen conocer la inteligencia de su mascota pueden recurrir al test elaborado por el citado especialista. Coren no mencionó en su conferencia un estudio de investigadores austriacos, referente a la capacidad canina de formación de conceptos abstractos. En una serie de experimentos con pantallas táctiles de ordenador (elegidas para neutralizar la influencia ejercida por los supervisores del ensayo), demostraron por primera vez que los canes pueden clasificar fotografías en categorías similares a las que empleamos nosotros.
Con estos hallazgos se va subsanando parcialmente una laguna en el campo de la cognición animal. La etología se ha dedicado al estudio de la conducta de criaturas en su entorno natural, sin prestar atención a las especies domesticadas (posiblemente por considerar su comportamiento artificial, un producto de la interacción humana). Lo que los estudios no logran destrabar es la polémica sobre el "pensamiento" perruno.
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Quizá lo que obtura el debate e impide franquear el abismo abierto entre las dos posturas sea, como bien señalan Bruce Blumgerg y Raymond Coppinger, nuestro intenso vínculo emocional con los canes, capaz de conmover la objetividad de cualquier investigador.
FUENTE: Publicado por P.S.B. en su Blog: sin tu ayuda no lo conseguiran Bilbao, 7 de agosto de 2009.
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