De pequeños nos enseñaban en el catecismo. ¿”Que es la fe?”. Creer en algo que no se ve ni se conoce”.
Pues bien. El nuevo catecismo de la Casa Real, tras las continuas meteduras de pata del monarca, ha sido resucitar el catecismo y pedir actos de fe y, lo más fácil: matar al mensajero.
¿Qué el monarca, para una vez que improvisa un discurso de cuatro palabras “¿Por qué no te callas”, la arma?. Pues que no hable. ¿Qué el monarca opina sobre Jiménez Los Santos?. Pues que no se sepa lo que dice. ¿Que la reina se explaya a gusto sobre los homosexuales, el aborto y demás temas candentes?.
Pues que no abra la boca nunca más ante periodistas. ¿Y como se hace eso?: Con opacidad informativa. Esta es la única manera que siga siendo “la Institución más valorada” según las continuas y manipuladas encuestas del CIS. Que no se sepa lo que opina sobre nada y como son fotogénicos, ¡que majos son!, aunque se suban el sueldo en plena crisis, cosa que no ha hecho nadie en este país.
Pero ya la gente les va calando, y, meterse con la prensa, es algo de cuidado. Aunque como lo de esta gente es separarse del mundo de los mortales llegará un momento en que se termine por calar el montaje.
El apagón informativo impuesto por la Casa Real a algunos actos oficiales presididos por el Rey -el último, el celebrado el pasado martes seis de enero con ocasión de la Pascua Militar, donde se impidió el acceso a los periodistas- ha soliviantado los ánimos de los medios de comunicación y de las principales asociaciones profesionales, que reclaman que los actos a los que asiste el Jefe del Estado deben ser "transparentes", con la única excepción de los que pertenecen al ámbito de su "estricta intimidad personal y familiar".
Lo ocurrido el pasado día de Reyes fue la gota que ha colmado el vaso del malestar hacia la política informativa de La Zarzuela, porque es la tercera vez en menos de un año que la Casa Real veta el acceso de los periodistas a un acto oficial al que asiste el Rey.
Ese malestar contribuye a enrarecer las relaciones entre la Corona y los medios de comunicación, enturbiadas a lo largo del último año por episodios como la condena al semanario El Jueves por una caricatura de los Príncipes, el juicio contra los autores de una viñeta humorística sobre la caza del oso Mitrofán por el Rey o la controvertida biografía de la Reina escrita por la periodista Pilar Urbano.
En esta ocasión se trataba de la tradicional recepción que Don Juan Carlos ofrece en el Palacio Real al término de los discursos que el propio monarca y la ministra de Defensa, Carme Chacón, pronuncian con motivo de la Pascua Militar. Por primera vez desde que se celebra ese acto, siempre el 6 de enero, los representantes de los medios de comunicación fueron invitados a abandonar el edificio, sin mediar explicación alguna, al concluir las intervenciones del Rey y la ministra.
Jamás se había impedido la presencia de periodistas en esa recepción, a la que asisten los miembros de la cúpula militar y representantes de los tres ejércitos y la Guardia Civil, además del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y los ministros de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y de Defensa. Durante la recepción se sirve un cóctel y los informadores tienen ocasión de conversar, en un tono distendido, eso sí, sin cámaras ni micrófonos con los miembros de la Familia Real y del Gobierno. Hasta ahora.
La Casa Real no ha ofrecido ninguna explicación oficial para justificar ese cerrojazo informativo. Pero, extraoficialmente, sostiene que esas recepciones tienen carácter privado y, por lo tanto, están reservadas a las personas que Don Juan Carlos estime oportuno invitar. Pero hay una razón extraoficial de mayor peso: que los políticos suelen mostrarse excesivamente locuaces con los periodistas, y aprovechan la presencia de los informadores para hacer declaraciones, lo que resta protagonismo al Rey, que es el anfitrión del acto.
La presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Magis Iglesias, rechaza el primero de los argumentos. "Todo individuo, y por supuesto el Rey, tiene derecho a que se respete su intimidad. Pero cuando Don Juan Carlos ejerce sus funciones de Jefe del Estado en un acto oficial no puede apelar a esa intimidad. Y la Pascua Militar no tiene carácter privado".
En parecidos términos se expresó Agustín Yanel, secretario general del Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM) y responsable de Comunicación de la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP). "Salvo en los actos estrictamente privados y familiares, el Rey actúa siempre como Jefe del Estado y máxima autoridad del país, y los medios de comunicación tienen la obligación de informar a los ciudadanos de lo que sucede en esos actos públicos".
El pasado miércoles, al día siguiente de la Pascua Militar, Iglesias remitió un escrito al jefe de la Casa Real, el diplomático Alberto Aza, en el que expresaba su "protesta por la progresiva exclusión de los periodistas en actos organizados por la Casa Real". En esa carta -enviada también al responsable de Comunicación de La Zarzuela, Juan González Cebrián-, la presidenta de la FAPE argumentaba que "el Jefe del Estado no debe organizar sus actividades oficiales ignorando que ejerce su autoridad en una democracia, de la que forman parte los medios de comunicación como artífices imprescindibles de la transparencia y el derecho a la información consagrados por nuestra Constitución".
Y concluye la carta: "Como quiera que el control social que ejercen los medios de comunicación, a través de los periodistas, es la mejor garantía de calidad de una democracia, desde la FAPE instamos a la institución que usted dirige a reconsiderar la decisión que terminó con una sana tradición de años, por la que la monarquía española abría sus puertas a los periodistas, que podían informar de cuanto acontecía en las recepciones oficiales de Su Majestad el Rey".
La misiva al jefe de la Casa Real iba acompañada de un documento aprobado el pasado mes de diciembre por la FAPE en el que se fijan los criterios éticos y periodísticos que deberían regir los actos oficiales presididos por el Rey. Entre ellos, que los profesionales de la información "han de tener la posibilidad de dar cumplida cuenta de lo que acontece en un acto de relevancia, como son las recepciones que ofrece el Jefe del Estado a los representantes de las fuerzas políticas y sociales del país".
El documento también recomienda a los políticos asistentes que hagan sus declaraciones a los medios de comunicación "antes de la celebración de la recepción y en un espacio físico distinto". Y exhorta a los periodistas a respetar los llamados "off the record", es decir, las opiniones y comentarios que se realizan con el compromiso de que ni serán divulgados ni se revelará la identidad de la fuente.
Un portavoz de La Zarzuela señaló a El Confidencial que el jefe de la Casa Real aún no había respondido a la carta remitida por la FAPE, pero que lo hará "en su momento". Y añadió que en la recepción ofrecida por el Rey el pasado 12 de octubre con motivo del Día de la Fiesta Nacional, a la que también se impidió el acceso de los informadores, estuvieron presentes decenas de periodistas. Sin embargo, los representantes de los medios de comunicación que acudieron a esa recepción lo hicieron como unos invitados más de la Casa Real, no como trabajadores en el desempeño de su labor informativa.
En definitiva, esto significa que estamos ante una decisión de censura informativa. Las meteduras de pata del monarca con relación a Jiménez de los Santos, o el libro de la Reina, la admiración del rey por Zapatero y demás informaciones se han considerado perjudiciales para la imagen de una monarquía que basa su éxito en que nadie sepa que tras esa fachada oficial, el rey está superdesnudo. Nada nuevo.
FUENTE: Blog de Iñaki Anasagasti.
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