
Porque Anguita habló con propiedad del sarcasmo que supone que el rey, involucrado en el 23-F, lleva 27 años viviendo del cuento de que fue él quien salvó la democracia aquel día infausto. Dice así Anguita:
P.-El Partido Comunista ¿se equivocó aceptando la Monarquía?
R.- La inmensa equivocación está ahí, pero no de la manera que se piensa. El partido entonces transformó algo que tenía que haber sido táctico en una estrategia. Se aceptó la Monarquía, la bandera y las reglas del juego. Y el error estuvo en que podíamos haber dicho que lo aceptábamos ante la presión, pero inmediatamente teníamos que habernos posicionado en contra de la Monarquía. El PCE apostó consecuentemente, y es más, la mañana del 24 de febrero todos nos posicionamos bajo las alas de la gallina clueca del Rey. Allí triunfó el golpe. Aquella mañana deberíamos de haber empezado a hacer las cosas de otra manera, y haber convertido España en republicana.
P.- Admita al menos que el 23-F el Rey fue el gran garante de la democracia...
R.- Pienso que el Rey sabía lo que se estaba cociendo. No me creo que la Junta de Defensa Nacional y el Cesid no informaran al Rey de lo que se estaba preparando. Lo que pasa es que aquí había varios conjurados sobre un silencio y un equívoco en el que estaba mucha gente. ¿Por qué llama Milans del Bosch y pregunta por Armada y le dicen que ni está ni se le espera? Porque saben perfectamente a lo que juegan. Aquí había un acuerdo para que Armada o el elefante blanco convencieran a los portavoces para que en vez de votar a Leopoldo le votaran a él. Era un golpe de guante blanco, incruento, pero al día siguiente reconsideran todos sus actitudes y se muestran solícitos ante el mando de su Majestad, cual gallina clueca. Naturalmente, el Rey borboneó, intentó pastorear, y cortó cuando tenía que cortar. Se puso el traje de capitán general y salió revestido de demócrata, pero estaba en la pomada y aceptó un golpe de timón más bien parecido a la dicta blanda de Primo de Rivera que a lo que pretendía Tejero, que era disparatado”.
Duro pero veraz. Ha pasado desapercibido.
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