Si yo me propongo que en mi casa mi hijo no coma ni una gominola, controlo los accesos de personas y mercancías, y, habida cuenta que en mi casa existe una sóla puerta de acceso y tiene cuatro paredes más techo y suelo... garantizo que, si me lo he propuesto, no entra ni una sóla gominola.
Bien , entonces en los centros penitenciarios algo falla (viene fallando 57 veces sólo en el año 2007). ¿Falla el suelo? ¿ ?falla el techo? ¿no hay cuatro paredes con sus garitas? ¿no hay puerta y control de acceso?.
Quizás la pregunta la deberíamos ir buscando por otros derroteros y deberíamos preguntarnos ¿quién "mete" la droga en la cárcel?
¿El panadero? ¿el carnicero? ¿el pescadero?... o, el que "revisa" a éstos, es decir, el personal encargado de la vigilancia exterior y custodia interior de esos centros. Yo creo que por ahí "va el tiro" y conste que en 2007 no se ha abierto ni un sólo expediente disciplinario por parte de la Dirección General de Prisiones.
Al parecer, para la Administración penitenciaria, la droga debe "caer del cielo" como la lluvia. Lo grave es que se permite. Sin ir más lejos, a los denominados "presos políticos" se les controla los accesos, las visitas y cualquier tipo de mercancía que le sea facilitada por externos.
Con todo esto, concluyo que, un camello con droga dentro del centro penitenciario sería como si los internos del 11-M dispusieran de explosivos en sus celdas.
Así, cuando se nos dice que un preso que cumple condena por un delito contra la salud pública muere de una sobredósis de droga, nadie se "echa las manos a la cabeza". En cambio, si nos dijesen que un interno imputado por los atentados del 11-M ha fallecido al manipular un explosivo en su celda, se montaría "la de Dios es Cristo".
Ahora, me expliquen la diferencia de textura, color, tamaño y gramaje entre 10 gramos de "caballo" (heroína) y 10 gramos de titadine, amonal, amosal o cualquier otro explosivo plástico o sintético.
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