Antitaurino... sin ser de EH Bildu (Artículo de Opinión en Diario Deia)

"Se puede ser ‘de batzoki’ y no ‘de herriko’ y ser también otras cosas. Como antitaurino o antimonárquico. Así que si unimos que hay toros en Donostia y viene un rey..."

La pasada semana escuché en una emisora de radio al alcalde de Vitoria-Gasteiz, Gorka Urtaran​. También al socialista y teniente de alcalde de Donostia, Ernesto Gasco. Y esta semana, en esa misma emisora, al alcalde de Donostia, Eneko Goia.​ Escuchado lo escuchado, parece ser que, quien asiste a manifestaciones antitaurinas debe ser, necesariamente de la Izquierda Abertzale. Sí o sí. Un planteamiento simple, básico a más no poder y sin fundamento argumentado alguno.

Yo nada tengo que ver con la Izquierda Abertzale. Soy de batzoki y no de herriko. A mi no me tienen que decir que mire a Azpeitia o a Iruñea. Yo miro a donde me place: miro a Azpeitia, a Iruñea, a Donostia, a Gasteiz, a Bilbao, a Pernambuco o a la Cochinchina. Quizá Gorka, Eneko o su subalterno Gasco desconozcan que, más allá del Kirruli de turno, pueda haber gentes que vayan a misa en el Alderdi y gente que opte por una txosna. Que haya gente que toma txakolí y gente que toma ColaCao o Kalimotxo. O gente que es taurina y gente que es anti-taurina.

O sea, que las gentes que participamos en manifestaciones antituarinas no tenemos que ser, necesariamente, ni bolivarianos ni sozialistas (con z), ni radikales (con k) ni nada por el estilo.

Me han llamado de todo y he pasado por casi todo. Tendría para medio libro. Pero me parece injusto que cargos públicos se dediquen a poner etiquetas muy concretas. No me gusta nada.

En una ocasión, estando en una concentración frente a la plaza de toros (o torturas) de Bilbao, unos ertzainas me hicieron discretos gestos indicándome que mirase hacia atrás. Sí, allí estaban una veintena de carteles con fotos de “presos políticos”. Me encaré. Les díje que no era ese el sitio ni el lugar. Que esa no era la convocatoria que se había anunciado. Me llamaron de todo: “Vete a comer rabo de toro al Batzoki de Indautxu”, “zipaio”, “txibato”, “pijo”, “vete al palco con Azkuna”, “español”... Pero no me fui. Arropado por tres o cuatro personas que nada tenían que ver ni con el flequillo Goretti ni con ninguna camiseta naranja de “Libre”, me vine arriba y les dije que también había que ir a manifestarse a Azpeitia. Nadie sabía dónde estaba Azpeitia. Curioso. Total... Hubiese ido solo... Esa misma noche, me topé a la salida del hotel Carlton con el alkate Azkuna. A Josetxu Sabas pongo por testigo. Me llamó a un aparte y me dijo: “Pero qué coño haces con esa gente”. Le expliqué lo que me había ocurrido y me replicó. “Por eso te lo digo... Te insultaban a tí más que a mí”. Soy el mismo que, en la presentación de la candidatura a la Lehendakaritza del entonces presidente del EBB, Iñigo Urkullu, le solicitó una reunión que, a su vez, me habían solicitado desde el Colectivo Nahiko...

Imaginad cómo tengo mis redes sociales tras saber que se reabría Illunbe. Siempre me quedará el consuelo que el lehendakari Urkullu no pisa una plaza de toros. Pero no es suficiente. Parece que hay que tener toros en Donostia por el mero hecho de que EH-Bildu los eliminó. O algo así. Y hasta preside el evento el heredero del heredero de Franco. Y mira que me he partido la cara en ETB con esos que Azkuna llamaba “esa gente”, y no sólo yo... Ainhoa Goikoetxea,​ José Ramón Blázquez​ y otros y otras tantas que hemos lidiado con el Puerta a Puerta/Atez-Ate, la monserga de Deskarga, Bidegi y otras tantas cortinas de humo. Evidentemente, esa “asquerosa justicia española” que no vale para los que tenía detrás de la concentración anti-taurina, sí les vale para judicializar la política demanda tras demanda, denuncia tras denuncia. Y todos sabemos que hoy esas denuncias están sobreseídas o archivadas. Y para que no quede ninguna duda, tengo bien claro que quién andaba pegando tiros y poniendo bombas no es ningún “preso político”.

Pero tampoco voy a quitar, de entrada, la razón a Eneko Goia o a Gorka Urtaran. Ni tan siquiera a Juanmari Aburto (que ha reducido a la mitad el presupuesto para entradas de compromiso en Vista Alegre... vaya nombrecito para un recinto de tortura animal). Ni voy a entrar en si la salvajada taurina ha de entrar o no en los programas oficiales de fiestas. Tampoco voy a filosofar sobre si el hecho de torturar hasta la muerte a un animal es o deja de ser cultura. Simplemente, no me parece un espectáculo acorde al nuestros tiempos.

Es lo mismo que le comenté al obispo Iceta cuando entraba a la plaza de toros. “Mario: ¿y se te echamos a tí y a otros tres cristianos a los leones para divertirnos?” Respuesta: “Landa, no seas exagerado”. Ciertamente, estaba exagerando, pero vine a decir que eso de que hay que guardar las tradiciones está muy bien, pero el paso de los años nos enseña que algunas de esas tradiciones han de desterrarse por obsoletas o anacrónicas. Sentido común. Sin más. Hace seis años que no tiran cabras desde un campanario... e incluso los propios taurinos ya llegan a denunciar el lanceamiento hasta la cruel muerte del Toro de la Vega en Tordesillas. Pero lo que nunca voy a consentir a nadie, alcalde o bedel, es que me metan en ese saco bolivariano-sozialista-radikaldelamuerte-antisistema-progrenosequé-reibindikatibo-intsumiso-ekologistaantifracking-antinuklearra sólo por el hecho de ser anti-taurino.

Soy amigo de los animales y también soy anti algunas cosas como antitaurino o antimonárquico. Así que... si juntamos que hay toros en Donostia y viene el monarca, emérito pero monarca, alguien me va a tener (pacíficamente) delante sin tener que ser, como enunciaba, sí o sí de la izquierda abertzale. Todavía recuerdo cuando las gentes de EGI de Abando iban con pancartas cada vez que se acercaba un Borbón por Bilbao. ¡Qué tiempos aquéllos que alegres pasaron y no vuelven más!

Ah... Aviso para navegantes dirigido al consistorio donostiarra: no vaya a ser que ante la asistencia de “su Majestad, el Rey”, protocolariamente suene la Marcha Real, o sea, el famoso himno de marras... Cuidado con los silbidos, que luego viene la multa y puede salir más cara la salsa que la perdíz.