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martes, 18 de febrero de 2014

Según García-Trevijano, Juan Carlos agredió a Sofía con Sabino de testigo (1ª Parte).


“Me cuenta más cosas, las escenas tan horribles, yo no voy a contar ninguna intimidad, porque me contó cosas horribles de las relaciones entre el rey y la reina, no me prohibió que las contara, pero son tan duras, íntimas y violentas que yo mismo tengo el pudor de no decirlo. Después hubo una reconciliación, en años posteriores, pero en el momento en que le hizo esa faena, Sabino me contó todo”. ¿A quien le describió Sabino Fernández Campo esas cosas “íntimas y violentas” de la pareja regia?
 
El jefe de la Casa Real fue despedido por Juan Carlos porque era el único alto funcionario que le afeaba sus irregulares conductas privadas y le advertía del peligro de que se aireasen sus continuos despropósitos, sobre todo sentimentales y económicos. Y ahora se sabe que también domésticos. Cariacontecido, después de recoger sus enseres de Zarzuela, visitó a dos de los más reconocidos críticos del monarca: el diputado del PNV, Iñaki Anasagasti y el pensador repúblico, Antonio García Trevijano. También le confió parte de su memoria a su biógrafo, Javier Fernández López, y se vio con varios periodistas, entre ellos Carlos Dávila, que se atrevió a publicar ampliamente lo que oyó. Otros 5 aluden a esa turbia relación Juan Carlos-Sabino-Sofía: Pilar Eyre, Raúl del Pozo, Carmen Rigalt, José García Abad y Martín Prieto. “Espía en el Congreso” trata de reconstruir y documentar en esta crónica, más extensa de lo habitual, lo que los medios de comunicación no se atreven a investigar y publicar.
 
La Casa Real, un muro impenetrable ante la violencia doméstica
La Casa Real, un muro impenetrable ante la violencia doméstica
 
Al menos a dos de sus interlocutores Sabino les desveló los tres grandes secretos del rey, bajo promesa de que no se supieran hasta que todos muriesen: que había sido Juan Carlos, jugando a “aprendiz de brujo”, quien había “coqueteado” con los generales Armada, Milans del Bosch y el político socialista Enrique Múgica cuando preparaban el golpe de Estado del 23-F para derrocar a Adolfo Suárez; que la reina Sofía estaba al borde del divorcio, harta de los constantes devaneos de Juan Carlos con sus amantes, el principal de entonces con la decoradora mallorquina Marta Gayá. Y el secreto más desconocido: que había presenciado una terrible escena conyugal en Palacio: la agresión por parte de Juan Carlos a su esposa Sofía, un flagrante episodio de violencia doméstica que le había abochornado.
 
"¡Me queréis poner un pino en la tripa!", le dijo enfadado una vez a los periodistas
“¡Me queréis poner un pino en la tripa!”, le dijo enfadado una vez a los periodistas
 
Solo los diputados del régimen más allegados a Zarzuela saben que, en el trato con sus subordinados, el rey tiene muy malas pulgas. Y hay que aguantarlo: Juan Carlos considera a toda la familia real, y particularmente a su esposa, como personal a sus órdenes. Y para salvaguardar su fidelidad y su silencio no se ha sonrojado al pedirle al presidente Mariano Rajoy, en pleno azote de la crisis, un sueldo millonario para las consortes. El presidente, que no le niega nada a nadie salvo a sus ciudadanos, ha dejado los salarios para 2014 así: Juan Carlos (292.000 euros), Felipe (146.000), Sofía (131.000) y Letizia (102.000). El resto son “extras”.
 
El carácter campechano y abusón de Juan Carlos no es ninguna novedad a sus 78 años: detrás de ese aparente buen humor, está acostumbrado a pagar silencios, agredió a su chófer, solo le gusta el dinero, las mujeres y los deportes, no lee libros, a los gays los llama “mariquitas”… De formación militar, tuvo una infancia sórdida: mató a su hermano Alfonso en un accidente doméstico, estuvo solo e internado en Suiza desde muy niño, sufrió penurias económicas y continuas novatadas de sus colegas militares cadetes que, hijos de franquistas y falangistas, no admitían la monarquía en España.
 
Tal cúmulo de desgracias hubiera dejado trastornado a cualquier ser humano. Por eso su entorno siempre juzgó como una temeridad que siguiera empuñando rifles y escopetas debido a su gusto por la caza. Y esa permanente afición por las armas de fuego a veces degenera psicológicamente en violencia: hasta ahora sólo había transcendido el momento en que golpeó a su conductor porque supuestamente se había equivocado en una maniobra de aparcamiento, estacionando cerca de las habituales manifestaciones de protesta que le acompañan: el rey no quería además que se supiera públicamente su enorme dificultad de movimientos. Pero además, esa mano larga también la empleó con su esposa y delante de un testigo de confianzaSabino Fernández Campo, que se lo confió a otro para que el secreto no muriese en su tumba. Nadie lo hubiese creído y lo hubieran interpretado como un despecho por su despido.
 
Juan Carlos siempre vio en la monarquía alauita de Hassan II un modelo a imitar: se llamaban "hermanos"
Juan Carlos siempre vio en la monarquía alauita de Hassan II un modelo a imitar: se llamaban “hermanos”
 
Sabino conocía bien porqué. En esa época en España era tanto el temor reverencial al rey, –similar al que en Marruecos se profesaba antes a Hassan II y ahora a Mohamed VI– que ni siquiera las organizaciones feministas e institutos de la mujer –en España se cuentan por miles y todos ellos subvencionados con fondos públicos– han levantado la voz cuando el rey ha hecho valer un moderno “derecho de pernada”: fue denunciado por dos ciudadanos europeos que aseguran ser sus hijos, poseen testificales por parte de sus respectivas madres y piden una prueba de paternidad, algo que la ley española impide practicar al monarca.
 
Ingrid Sartiau y Albert Solá: solo piden una prueba de paternidad pero el rey alega un moderno "derecho de pernada"
Ingrid Sartiau y Albert Solá: solo piden una prueba de paternidad pero el rey alega un moderno “derecho de pernada”
 
Ellos sí se la han hecho y aún viviendo uno en Barcelona (Albert Solá) y otra en Bélgica (Ingrid Sartiau), sin conocerse previamente, han dado positivo: son hermanos. Pero los políticos españoles de la transición hicieron al rey “inviolable” y es inimputable por cualquier delito, tanto penal como civil. Es una interpretación muy restrictiva de su inmunidad que hace el Consejo General del Poder Judicial, sometido también a su influencia. Ningún juez en España se atrevería a decir lo contrario y de hecho las dos pruebas de paternidad fueron desestimadas por dos juezas (María Isabel Ferrer-Sama y Milagros Aparicio), para mayor escarnio del feminismo oficial y del principio europeo de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
 
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Sabino Fernández Campo siempre fue un testigo incómodo en la Zarzuela
 
El jefe de la Casa Real siempre fue un testigo incómodo en la Zarzuela y por eso Juan Carlos se lo quitó de encima. Son innumerables los testimonios que así lo acreditan, entre ellos los del propio Sabino. Todos figuran entre las fuentes de esta crónica, pero el episodio más relevante fue el que desencadenó su cese. Lo cuenta el banquero Mario Conde, urdidor de la trama:
 
“En el verano de 1992 lo que publicó “El Mundo” fue una vinculación del Rey con Marta Gayá, así, con nombres y apellidos. Era la primera vez que algo semejante sucedía en España. Yo hablé con Pedro Jota Ramírez y él me dio una información y yo dije: “No me la des a mí, se la das al Rey”. Y ahí, Pedro Jota Ramírez desveló sus fuentes [Sabino Fernández Campo] y el Rey se quedó tranquilo. ¿Hubiera sido posible que, a la vista de semejante información, el Rey hubiera podido hablar con Agnelli, que controlaba la mayoría del capital de “El Mundo”? Hubiera sido posible. ¿Hubiera sido posible que, después de hablar con Pedro Jota, el Rey le dijera a Agnelli que no hacía falta vender porque la culpa era de otra persona? Muy, muy posible”.
 
Marta Gayá, una de las muchas amantes del Juan Carlos, hablando con el conde de Barcelona
Marta Gayá, una de las muchas amantes de Juan Carlos, hablando con el conde de Barcelona
 
La decoradora mallorquina Marta Gayá ya era tan asidua en las estancias veraniegas del monarca en el Palacio de Marivent que los “paparazzis” podían provocar con sus fotos juntos la ruptura del matrimonio Juan Carlos-Sofía. De hecho, la reina ya había amenazado con el divorcio y su marcha a Londres, donde reside su familia exiliada de Grecia. La desavenencia conyugal hubiera supuesto un problema de Estado: no se sabía como reaccionaría la sociedad española ante su mitificado y protegido monarca. El posterior episodio de Bostwana parece que le dio la razón a Sabino quien, al corriente de la situación, decidió darle un “toque”. Lo cuenta el periodista Carlos Dávila, que lo frecuentó antes de morir:
 
Juan Carlos, de espaldas, a bordo de un yate. La revista "Oggi" aseguró que estaba con Marta Gayá
Juan Carlos, de espaldas, a bordo de un yate, en la revista “Oggi”, que aseguró que estaba con Marta Gayá
 
“Eran momentos especialmente difíciles para los principales colaboradores del Rey, singularmente para el propio Sabino y, desde luego, para el director del departamento de Medios de Comunicación, una persona extremadamente educada, gentil, inteligente y bondadosa: Fernando GutiérrezLa revista italiana Oggi había publicado un reportaje en el que, sin disimulos, se refería a una cierta dama española relacionada, en información de la revista, con el Rey. “El Mundo” se hizo eco del reportaje y el Rey, visiblemente molesto, llamó a Mario Conde y al director Pedro J. Ramírez. Éste, sin ambages, le dijo: “Esto se ha publicado por indicación del general Sabino”. Cuando, como hice yo, alguien preguntaba al general por este pasaje, él hacía gala de su sonrisa más templada, también la más sugestiva, y musitaba, casi en tono inaudible: “Bueno, es cierto que alguna vez he comentado de rondón con Alonso Manglano (el general Alonso Manglano, director general del CESID durante el felipismo) que, de vez en vez, no está mal darle un toquecito al Rey. Los dos estábamos de acuerdo”.
 
"La soledad de la reina", obra de Pilar Eyre
“La soledad de la reina”, obra de Pilar Eyre
 
Lo cierto es que Juan Carlos culpó a Sabino de haber autorizado la difusión de las fotos de “Oggi” en “El Mundo”, nunca aceptó que sus irresponsables escapadas extraconyugales en pleno verano mallorquín y ante mil ojos fuesen la causa y no la consecuencia. Lejos de amilanarse, Juan Carlos prosiguió con sus aventuras amorosaspues creía dominada a la prensa española, que era la que le importaba. “La decoradora balear”, “la vedette”, “la estrella del destape de impresionantes ojos verdes”, “las dos Palomas” o “las aristócratas” son algunas de las mujeres con las que, tal y como relata Pilar Eyre, el Rey habría sido infiel a su esposa, según su libro “La soledad de la reina”. La princesaCorina Sayn-WittgensteinMaría Gabriella de Saboya, exmujer de Robert de Balkany, la condesa Olginha Nicolis de Robilant, o incluso la propia Sara Montiel aparecen en el libro como apasionadas amantes de Su Majestad, quien, según Eyre, decidió dar rienda suelta al gen Borbón:
 
A Pilar Eyre la echaron de Tele 5 por contar la verdadera vida del rey
A Pilar Eyre la echaron de Tele 5 por contar la verdadera vida del rey
 
“Ella se entera de la primera infidelidad de su marido poco después de que el Caudillo falleciera. Cuando ésta se produjo, pusieron dormitorios separados y no volvieron a funcionar como matrimonio nunca más. Tras ese episodio, se fue a la India con su madre y sus hijos con la intención de separarse. Luego volvió y aceptó su destino, a pesar de que desde entonces cada uno hace su vida”, prosigue la escritora y experta en Casa Real, a la que echaron de Tele 5 por desvelar estos episodios en antena.

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