El Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia (CIPF, creado por la Generalitat Valenciana en 2002) ha despedido a 108 trabajadores de los 258 empleados con los que contaba. 79 de los nuevos “parados” son científicos. A los que quedan se les ha aplicado una reducción del salario en torno a un 30% sobre el neto.
Se han cerrado 14 líneas de investigación (algunas de ellas, dedicadas a la investigación contra el Cáncer, Parkinson o Alzheimer. Pero no pasa nada: Al tiempo han gastado 3 millones de euros organizando un campeonato de golf en Castellón, 15 millones de euros en el proyecto de unas torres encargadas al arquitecto Santiago Calatrava (que, al final, no se van a construir).
Por si no fuera poco, han comprado por un precio “simbólico” la Empresa Valmor Sports (encargada de la organización de la Fórmula 1), aunque dentro de semejante “simbolismo” han tenido que hacerse cargo de 30 millones de euros de deuda arrastrada por la citada mercantil.
Ayer, viernes, primero de junio, la Asociación Contra el Cáncer celebraba la campaña de cuestación con un lema, según el cual, a los responsables de lo que les acabo de narrar se les debería caer la cara de vergüenza. Pero, ¿Les queda vergüenza a esos gestores públicos? Lo dudo. Por si acaso, reproduzco el lema de la Campaña: “Unidos Contra el Cáncer, cada euro cuenta”.
Extraigan sus conclusiones. Esto es lo que hay y, para qué mentir, es lo que hay con el apoyo de las urnas. A veces, cada Pueblo no se merece lo que tiene.
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