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lunes, 24 de octubre de 2011

SE ACABÓ (Haritz en su Blog: CRÓNICAS DE UN URBANITA).

Estos días trato de evitar las televisiones, las radios e, incluso, la prensa. Quiero poner distancia de declaraciones, debates o de lo que fluya por las redes sociales y tan sólo busco refugiarme en mí mismo para reflexionar y recordar.

Ha sido toda una vida conviviendo con la violencia y la noticia de esta semana, aunque buena, paradójicamente, me ha sumido en el dolor. Un dolor insignificante si se compara con el sufrido por otras personas, pero, también, dolor al fin y al cabo. Un dolor contenido durante años ante la impotencia de ver asesinar a mucha gente y que ha hecho que existan pocos días del calendario sin que alguna familia tenga que recordar el haber llorado amargamente.

Hoy, he rebuscado en mi PC un correo, que, a pesar de los cambios de ordenador que he realizado durante estos años, siempre, conservo y conservaré. Me lo envío un amigo hace tiempo. Hace once años. Era en una primavera, lo recuerdo. En el mismo me remitía algunos de sus artículos y junto a esos ficheros me adjuntaba, otro, intransferible y no publicable, titulado “Si te dicen que caí”.

Esta noche lo he vuelto a leer y me he fijado especialmente en el propio texto del correo electrónico. Encierra una lección, la de la entereza de quién sufría cercana la angustia de su propia muerte, la cual , por fortuna, nunca se produjo .Voy a transcribir una parte del mismo. Porque hasta ahí sí que puedo leer.

“Yo no pretendo que nadie piense lo que yo, o de convencer a nadie de nada. El "apostolado" en cualquiera de sus manifestaciones, es perverso. Cada cual pensamos lo que podemos. Pero sí reivindico con toda vehemencia, para mí y para los demás, el derecho de opinar y de decir lo que pienso de mi entorno social y de mi país, y de proponerlo a la consideración de los demás, y a su discusión. De eso se trata, ni más ... ni menos.

Bueno. Ahí te dejo con los escritos. Y no te preocupes por mí porque, aun con todo eso dentro, vivo, ya ves, disfrutando a fondo de los valores fundamentales de la vida.

Un abrazo, y hasta encontrarnos con Fidel y compañía”.
(*)

Pasada la escenografía del lunes, pasado el comunicado y pasadas las valoraciones, el proceso, el verdadero proceso, comienza ahora. No será fácil porque hay lápidas de todas las edades y en muchos lugares.

Sé que para mucha gente sonará duro, y pido perdón si hiero su sensibilidad, pero no me gustaría que se iniciase el camino con un discurso de vencedores y vencidos como música de fondo. Sin embargo, sí considero importante hacerlo con memoria, la todas y cada una de las personas a las que les han arrebatado la vida durante estos años. Todas ellas tienen memoria, aunque la de algunas se quiera ocultar o enterrar. El tema no es sólo ETA, que lo es, sino también darse cuenta que hay más dolor que el causado por ETA y que son necesarios contemplarlos en su globalidad, algo que parece que no quiere verse estos días desde algunos medios informativos.

Quisiera terminar el post con un ruego a los representantes políticos. Por favor, que nadie use esto como un recurso más en la campaña para arrancar ovaciones y aplausos fáciles porque hay muchos sentimientos y lágrimas detrás de todo ello y cuando se reúnan todos desde el PP hasta Bildu, por favor, piensen en clave de colectividad, sacrifiquen su rendimiento electoral para alcanzar consensos amplios. La sociedad, se lo agradecerá. Nadie tenemos la razón absoluta sino una parte de razón y si algo necesitamos son acuerdos amplios porque nos jugamos nada menos que convivir en paz. HARITZ.


(*)Fidel, era un personaje de relato mío. De esos que, por pudor, me guardo sólo para mí en una carpeta de un directorio porque no creo que nadie, salvo el autor, tenga interés en leerlos.

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