EN ESTOS AÑOS SE HAN SUCEDIDO SIN ÉXITO LAS REIVINDICACIONES PARA SU TRASLADO TEMPORAL A EUSKADI.
Este próximo sábado se cumplen 30 años desde que el Guernica, la obra más emblemática de Picasso, llegó a Madrid enrollada y embalada en una inmensa caja de madera en el interior de un Boeing 747 privado de Iberia procedente de Nueva York. El lienzo, que se ha convertido en un grito contra el horror de la guerra, había estado expuesto durante años en el Museo de Arte Contemporáneo MoMA de Nueva York por expreso deseo del pintor malagueño, que no quería que se mostrara en el Estado español hasta que muriera Franco.
Hubo que esperar hasta la consolidación de la democracia, tras 44 años de exilio, para que el cuadro recalase en Madrid. El 10 de septiembre de 1981 el Guernica quedó expuesto al público en el Casón del Buen Retiro protegido por una gran urna de cristal. En la madrugada del 26 de julio de 1992, y entre grandes medidas de seguridad, el cuadro volvió a moverse. En esta ocasión, para ser trasladado al Museo Reina Sofía, donde permanece hasta el momento.
Picasso nunca viajó a Gernika, pero pintó la obra más estremecedora sobre el bombardeo que nadie podría haber realizado jamás. El artista malagueño reflejó los horrores de la guerra en tonos negros, blancos y grises. Una pintura hecha de formas dramáticas, violentadas, condenadas a la ausencia de color, que hacen del Guernica el manifiesto político del creador más inquieto, genial e inabarcable del siglo XX.
REIVINDICACIÓN El 26 de abril de 1937 los aviones alemanes e italianos dejaban caer sus bombas sobre la desprevenida localidad vasca. Dos días después, Picasso recibió los periódicos franceses L'humanité y Le Soir y las imágenes desgarradoras que vio le sobrecogieron. También tenía el texto del telegrama del periodista George L. Steer en The Times.
El horror que Picasso sintió lo vomitó en este lienzo, que pintó en el transcurso de unas semanas para colgarlo en la Exposición de París de 1937. Josep Lluis Sert, arquitecto del Pabellón de la Exposición de París, contó que "Picasso no cobró nada por este trabajo. Cuando dijo que el cuadro era de la República, yo creo que se refería a que a todos los pintores que trabajaron para el Pabellón se les pagaron los gastos de la tela, del bastidor, del color, de los transportes para llevar los cuadros... Era más bien un pago simbólico. Imagínense si Pablo Picasso hubiera cobrado el Guernica...".
La historia de este lienzo es también la de una histórica aspiración y reivindicación de los vascos, que ven en el cuadro de Picasso la denuncia contra la barbarie cometida en Gernika y la exaltación de las libertades democráticas. Una reivindicación, que ha abanderado el PNV, para que el Guernica se pueda ver en Euskadi. "El Guernica, a Gernika", ha sido un leit motiv por el que se ha luchado durante décadas. Algo que el Estado español siempre ha denegado aduciendo razones técnicas.
Las instituciones vascas redoblaron también los contactos políticos para que el Gabinete Aznar facilitase la presencia del Guernica en la inauguración del Museo Guggenheim, donde el arquitecto Frank Gehry ya había destinado una sala dedicada exclusivamente a la obra. Una petición que estaba acompañada de un detallado informe técnico, con el que se intentaba demostrar que un eventual traslado no influiría en el delicado estado de conservación del cuadro. Una y otra vez, el Ministerio de Cultura ha rechazado la cesión temporal aludiendo a los informes negativos de los departamentos de conservación y restauración del Reina Sofía. El Casón del Buen Retiro perdió el 80% de los visitantes desde que se fue el Guernica.
En 2007 la por aquel entonces directora del Centro Reina Sofía, Ana Martínez de Aguilar, se volvía a mostrar categórica: "Es un cuadro de un tamaño tan grande que su manipulación conlleva riesgos. Poner en peligro un cuadro tan emblemático es una barbaridad para todos, no solo para el pueblo vasco, sino para la humanidad. Creo que no debe viajar, no debe sufrir un riesgo de esa envergadura". En el Reina Sofía se han mostrado una y otra vez contrarios a retomar el tema. "Los que mejor conocen el estado de conservación del Guernica son los técnicos del museo, que es un departamento a la altura de los mejores del mundo. Y nuestros técnicos siguen desaconsejando el traslado. No va a haber ningún informe más sobre el Guernica".
En los mismos términos se ha manifestado el actual director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, para quien el Guernica es "una pieza clave que da sentido al museo e inamovible".
El cuadro ha sido solicitado incluso oficialmente por el Parlamento vasco en mayo de 2010 con la aprobación de todos los partidos políticos, pero el Gobierno español lo ha vuelto a denegar. La negativa también ha llegado de Rodríguez Zapatero, quien insistió en un pleno del Senado, ante una pregunta de los jeltzales, en que únicamente las "razones técnicas" impedían la cesión temporal de la obra de Picasso.
Hubo que esperar hasta la consolidación de la democracia, tras 44 años de exilio, para que el cuadro recalase en Madrid. El 10 de septiembre de 1981 el Guernica quedó expuesto al público en el Casón del Buen Retiro protegido por una gran urna de cristal. En la madrugada del 26 de julio de 1992, y entre grandes medidas de seguridad, el cuadro volvió a moverse. En esta ocasión, para ser trasladado al Museo Reina Sofía, donde permanece hasta el momento.
Picasso nunca viajó a Gernika, pero pintó la obra más estremecedora sobre el bombardeo que nadie podría haber realizado jamás. El artista malagueño reflejó los horrores de la guerra en tonos negros, blancos y grises. Una pintura hecha de formas dramáticas, violentadas, condenadas a la ausencia de color, que hacen del Guernica el manifiesto político del creador más inquieto, genial e inabarcable del siglo XX.
REIVINDICACIÓN El 26 de abril de 1937 los aviones alemanes e italianos dejaban caer sus bombas sobre la desprevenida localidad vasca. Dos días después, Picasso recibió los periódicos franceses L'humanité y Le Soir y las imágenes desgarradoras que vio le sobrecogieron. También tenía el texto del telegrama del periodista George L. Steer en The Times.
El horror que Picasso sintió lo vomitó en este lienzo, que pintó en el transcurso de unas semanas para colgarlo en la Exposición de París de 1937. Josep Lluis Sert, arquitecto del Pabellón de la Exposición de París, contó que "Picasso no cobró nada por este trabajo. Cuando dijo que el cuadro era de la República, yo creo que se refería a que a todos los pintores que trabajaron para el Pabellón se les pagaron los gastos de la tela, del bastidor, del color, de los transportes para llevar los cuadros... Era más bien un pago simbólico. Imagínense si Pablo Picasso hubiera cobrado el Guernica...".
La historia de este lienzo es también la de una histórica aspiración y reivindicación de los vascos, que ven en el cuadro de Picasso la denuncia contra la barbarie cometida en Gernika y la exaltación de las libertades democráticas. Una reivindicación, que ha abanderado el PNV, para que el Guernica se pueda ver en Euskadi. "El Guernica, a Gernika", ha sido un leit motiv por el que se ha luchado durante décadas. Algo que el Estado español siempre ha denegado aduciendo razones técnicas.
Las instituciones vascas redoblaron también los contactos políticos para que el Gabinete Aznar facilitase la presencia del Guernica en la inauguración del Museo Guggenheim, donde el arquitecto Frank Gehry ya había destinado una sala dedicada exclusivamente a la obra. Una petición que estaba acompañada de un detallado informe técnico, con el que se intentaba demostrar que un eventual traslado no influiría en el delicado estado de conservación del cuadro. Una y otra vez, el Ministerio de Cultura ha rechazado la cesión temporal aludiendo a los informes negativos de los departamentos de conservación y restauración del Reina Sofía. El Casón del Buen Retiro perdió el 80% de los visitantes desde que se fue el Guernica.
En 2007 la por aquel entonces directora del Centro Reina Sofía, Ana Martínez de Aguilar, se volvía a mostrar categórica: "Es un cuadro de un tamaño tan grande que su manipulación conlleva riesgos. Poner en peligro un cuadro tan emblemático es una barbaridad para todos, no solo para el pueblo vasco, sino para la humanidad. Creo que no debe viajar, no debe sufrir un riesgo de esa envergadura". En el Reina Sofía se han mostrado una y otra vez contrarios a retomar el tema. "Los que mejor conocen el estado de conservación del Guernica son los técnicos del museo, que es un departamento a la altura de los mejores del mundo. Y nuestros técnicos siguen desaconsejando el traslado. No va a haber ningún informe más sobre el Guernica".
En los mismos términos se ha manifestado el actual director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, para quien el Guernica es "una pieza clave que da sentido al museo e inamovible".
El cuadro ha sido solicitado incluso oficialmente por el Parlamento vasco en mayo de 2010 con la aprobación de todos los partidos políticos, pero el Gobierno español lo ha vuelto a denegar. La negativa también ha llegado de Rodríguez Zapatero, quien insistió en un pleno del Senado, ante una pregunta de los jeltzales, en que únicamente las "razones técnicas" impedían la cesión temporal de la obra de Picasso.
El senador jeltzale Joseba Zubia le respondió que "resulta difícil" entender que, ahora, en el siglo XXI, con la tecnología del momento y "recursos impensables hace 25 años, exista alguna obra que se resista al traslado". "Alguien escribió recientemente que para mover el Guernica se necesitaría una UVI del arte. Hoy existe esa UVI que garantizaría el traslado de esa obra". El sábado se cumplirán 30 años de la llegada del Guernica a Madrid, pero también será el aniversario de más de tres décadas de reivindicaciones desatendidas.
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