Los grupos de defensa de los animales se movilizan durante la Aste Nagusia bilbaina contra las corridas de toros.
Un cartel con un joven desnudo con banderillas clavadas en la espalda y vomitando sangre intenta captar la atención de quienes pasean por el Arenal en medio del bullicio de la Aste Nagusia. "Ponte en su lugar", reza el cartel, colocado por grupos antitaurinos en el puesto de información que cada año instalan en el corazón de las fiestas bilbaínas.
Los voluntarios de los movimientos de defensa de los animales abren su puesto a las 10 de la mañana y se quedan hasta pasadas las 10 de la noche. Organizados en turnos, reparten panfletos informativos sobre los abusos que sufren los animales, venden camisetas con mensajes antitaurinos y recogen firmas de apoyo a una iniciativa popular para que se aborde la prohibición de las corridas de toros. "Queremos abrir conciencias", resume Conchi Reyero, miembro del Colectivo Antitaurino y Animalista de Bizkaia, organizador de las movilizaciones contra las corridas en Aste Nagusia.
El puesto del Arenal viene a ser la oficina de guardia de los antitaurinos durante las fiestas, pero los principales momentos de su actividad en las fiestas son las dos concentraciones que convocan en la plaza de toros y el pasacalles que celebrarán en la Plaza Moyua el próximo sábado.
El pasado domingo, un centenar de personas se concentraron en una de las esquinas de la calle de General Concha, frente a la entrada a la plaza de Vista Alegre desde una hora antes del comienzo del festejo. "Zezenak zelaietara ("Los toros, al campo)" y "El traje de luces arcadas nos produce", fueron algunas de las consignas que corearon mientras los aficionados a los toros iban acercándose al coso. Al paso de las furgonetas de las cuadrillas de toreros la pitada subía de tono. "Mucha gente acude a un acto social sin pararse a pensar en el sufrimiento de los animales, de los toros y los caballos", critica Conchi Reyero. "En la puerta de la plaza se da el cara a cara para que piensen y evolucionen".
Los perfiles de los miembros del Colectivo Antitaurino resultan variadísimos. Reyero es empresaria de sector del comercio, pero entre sus compañeros hay estudiantes, amas de casa, traductores, aparejadores o profesores. "La gente que se avergüenza de que sigan matando toros en las plazas no está sola. Somos muchísimos los que pensamos así y debemos mostrarlo", apunta Alex, un maestro de 34 años, que no milita en el movimiento antitaurino, pero simpatiza con sus objetivos y participa en las movilizaciones. "Los que pagan por ver el espectáculo de torturar a un animal y matarlo tienen deben responsabilizarse moralmente. Y no tenemos que olvidar que está subvencionado con dinero de nuestros impuestos".
Este año las protestas de los antitaurinos han conseguido el apoyo de Aralar, Bildu y Equo. "El desprecio está dando paso al reconocimiento. Encontramos mayor receptividad en los partidos", reconocen en el colectivo.
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