El recibimiento que el heredero del genocida Franco y su esposa hacían este mismo jueves al Papa Benedicto XVI en su visita a Madrid ha vuelto a poner de manifiesto el llamado "pronto Borbón", que hasta hace bien poco no formaba parte del imaginario colectivo, pero que últimamente se manifiesta con relativa frecuencia.
Tras pisar suelo firme, el Papa era recibido a pie de pista por Juan Carlos y Sofía -con los que por cierto conversa en italiano y en alemán, respectivamente, por el origen romano de él y prusiano de la madre de la exiliada griega-, para posteriormente caminar los tres juntos unos metros y posar así ante la prensa. El Rey flanqueaba al Pontífice por la izquierda y la Reina, por la derecha. En un momento dado, el jefe de Estado, quizá por una indicación de Protocolo de la Casa Real, se interponía entre su esposa y el Papa provocando un pequeño choque del matrimonio.
Con un evidente gesto de enfado se dirigía entonces a la Reina, quien le cedía su hueco. Pero, al parecer, el monarca seguía sin estar contento, por lo que increpó de nuevo a doña Sofía, quien con un gesto de extrañeza buscaba insistentemente al servicio de Protocolo para que le indicaran dónde debía situarse. Hasta que, por fin, se colocó a la izquierda del Papa, quedando éste en medio de nuevo.
El heredero de Franco, ya satisfecho, realizó entonces el pertinente recorrido ayudándose por la bota ortopédica que lleva desde sus vacaciones en Marivent y una de las dos muletas supersónicas que le facilitaron desde su operación, el pasado mes de junio. Por cierto que desde su descanso estival en Palma de Mallorca, nada se sabía del paradero del jefe de Estado, algo que inquietaba sobremanera teniendo en cuenta su papel de representante del país. Casa Real ha asegurado a Vanitatis que el monarca ha estado estos días sometiéndose a rehabilitación en Madrid para recuperarse de la tendinitis que sufrió en la isla.
El culpable, el gen Borbón.
Con todo, en no pocas ocasiones se ha hecho referencia a los exabruptos propios del gen Borbón, tan desconocidos hasta ahora para los contribuyentes patrios, puesto las salidas de pata de banco de Juan Carlos suelen durarle muy poco tiempo.
Tal es el caso de la frase que recientemente dedicó a los periodistas que cubrían un acto en Zarzuela. Aquel “lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días” pronunciado hace ahora tres meses provocó no poca sorpresa y desencadenó algunas críticas, pese a que el monarca se arrepintió poco después. Asimismo, el rifirrafe de este jueves no es el primero que protagonizan el Rey y la griega. El pasado verano tuvo lugar otro desencuentro que saltó a la primera plana de la actualidad social que tuvo a Santiago de Compostela como escenario.
La ofrenda al Apóstol, en julio del año pasado, fue el acto en el que pudo verse cómo, a la entrada del cortejo civil a la Catedral, Juan Carlos intentó desembarazarse del brazo de su mujer y posteriormente le volvía a recriminar con gesto serio. Una actitud que, para muchos, dejaba patente el fuerte carácter del Rey, pese a que no se llegara a conocer el contenido de la conversación al no existir sonido en el vídeo que se emitió.
Memorable fue también el espontáneo “¿Por qué no te callas?” que profirió al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en noviembre de 2007, que, aunque no estuvo dirigido a la reina, sí marcó un punto de inflexión en la concepción pública del carácter regio.
Sin embargo, el rey no es el único que goza de ese característico pronto. Su primogénita, la infanta Elena, ha protagonizado alguna que otra anécdota de este tipo, como la sucedida el pasado mes de octubre, cuando una reportera se coló en la Hípica de Madrid cámara en mano y comenzó a grabar a la hija de los Reyes y a Victoria Federica. En ese momento, Elena intentó que saliera del recinto y, viendo que no obtenía resultado, se dirigió a su guardaespaldas para echar a la periodista al tiempo que profería su famoso “ya te la devolveré”.
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