Trece horas tardan en resolverte
En una ONU manchada de sangre.
Mientras tanto el hambre
Va esperando la desesperación,
De las que no pueden amamantar.
Ni una paloma, ¿Qué olivo es capaz?
De matar, de torturar.
El grito afónico de una niña
Se clava en los oídos,
Odiar siempre, odiar todo,
Lo que no lleve tu alfabeto de fuego.
¿Cómo puedes justificar así
El dolor de tus victimas pasadas?
¿Oh, Israel, no te transformas así
En muerte, desesperación, miedo y sufrimiento?
En que te has convertido, ¡Oh, Israel!
Ni la muralla más ancha de tus templos
Soportaría la sangre que derramas.
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