La penúltima del "eurogobierno" español de olé y pandereta: Los controladores aéreos.

Mientras "Pepiño" Blanco advierte de que recortará el sueldo de los controladores «con o sin acuerdo» y propone que trabajen más horas y que cobren menos mediante la limitación de las horas extraordinarias que hacen a lo que establece el Estatuto de los Trabajadores, en radical ignorancia asegura que si AENA no ha convocado oposiciones para controlador desde 2006 es para evitar que se dispare la masa salarial mientras no se resuelva la actual situación.

Bueno... para entendernos, que no hay convenio sino pacto prorrogado (que tiene la misma validez jurídica pero, con un pequeño matiz: sólo lo ha firmado su propio sindicato profesional). Para entendernos: no se negocia por no perder privilegios luego, simplemente, se prorroga hasta el infinito.

Mientras tanto, el ministro de Fomento y número tres del PSOE, José Blanco, ha advertido a los controladores aéreos de que les recortará el sueldo haya o no acuerdo en la negociación de su convenio colectivo -cuya fecha límite es el 30 de marzo-, para lo que ha pedido el apoyo del resto de fuerzas políticas. Para recortar el déficit que generan los sueldos de los controladores aéreos en las cuentas de AENA, 300 millones de euros en 2008, Blanco propone que trabajen más horas y que cobren menos, mediante la limitación de las horas extraordinarias que hacen a lo que establece el Estatuto de los Trabajadores -80 horas al año-.... ya... TU RU RÚ.

No seré yo quién dé clases a esta especie de Ente pensante en posesión de la razón absoluta pero, me voy a permitir darle unas ideas:

1.- Desde mi státu sindical, lucho por la mejora laboral de cualquier trabajador. Ahora bien, no estoy dispuesto a defender a una especie de "casta" como lo pueden ser unos "trabajadores" que llegan a percibir pluses de 1.500 euros/hora. De este modo, existen (dentro de sector gremial de los controladores adscritos a Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea- AENA, de igual manera que los adscritos al sindicato de pilotos -SEPLA- o al propio de "personal de cabina y tripulación", que trabajan por cuenta ajena) esa especie de "castas" que se creen algo así como Dios o su ayudante.

Así, debo distinguir entre los trabajadores que realizan su función para una empresa privada y los que se arrogan la facultad de figurar como funcionarios dependientes del Ministerio de Fomento. Éstos últimos (algunos de los cuales llegan a percibir el monto de entre unos 600.000 y 900.000 euros anuales), plantan cara a su empleador (patronal), es decir, al Gobierno, con veladas amenazas de huelga de celo con vista a Semana Santa.

En plan "caritativo", por aquéllo de la solidaridad en tiempos de la no-crisis ni recesión, pero con discursos basados en la propia Biblia, están dispuestos a reducir su salario en un 25%. ¡Qué buenos!... como aquél que dice... ¡lo mandamos a Haití!.

2.- Otra faceta más técnica (y más populista). La legislación española autoriza al Gobierno a proceder a la privatización de servicios públicos. Ocurrió con Telefónica, con Iberia/Aviaco, parcialmente con Correos, con Campsa, con la Red Eléctrica Nacional, con las Compañías monopolistas eléctricas y de gas, con Tabacalera, Transmediterránea...

Quedan cosas en manos del Estado como Renfe/Adif, Feve y, cómo no, AENA... con sus controladores aéreos incluídos. Así que le voy a proponer al ministro Blanco una solución (drástica... pero solución): no hay que tener el mínimo de piedad con unos funcionarios que quintuplican o sextuplican en su remuneración al más común de los trabajadores y que, encima, son asalariados de todos nosotros: los contribuyentes, luego, sus empleadores).

Ésta conlleva tres pasos:

a) Declaración de privatización de la empresa pública Aeropuertos Nacionales y Navegación Aérea-AENA. División y oferta en concurso público a empresas privadas para la gestión de, por un lado, la gestión integral de los aeropuertos estatales y, por otro, la navegación aérea propiamente dicha.

b) Hecho lo cual, se puede prever una auténtica y salvaje huelga por parte de estos "profesionales" (que llegan a doblar el salario mensual del propio presidente del Gobierno) con el propósito de "putear" al inocente pasajero escaneado y, con ello, intentar presionar al propio Ministerio, es decir, al Estado. En otras palabras: paralizar "a la brava" el espacio aéreo interior y exterior.

No pasa absolutamente nada. La legislación otorga al Estado por medio de su Gobierno la potestad de "militarizar" los servicios públicos en caso de extrema necesidad.

De este modo, la Fuerza Aérea sería la encargada de regular el tráfico en el espacio aéreo español y el de proximidad. ¿Nadie se acuerda de ver a militares -entonces haciendo la "puta mili"- conduciendo autobuses públicos? ¿O a personal de la Armada cubriendo rutas marítimas entre la península y Beleares, Canarias, Ceuta o Melilla? ¿O escoltas y conducciones de camiones con combustible? y ¿Retenes militares en gasolineras? ¿No existe una sección de ferrocarriles dentro del Ejército de Tierra? ¿Y... para qué existe?

c) Una vez militarizado el control del espacio aéreo (que, perfectamente se puede hacer desde las bases de Zaragoza, Cuatro Vientos, Getafe y Torrejón de Ardoz-Madrid, San Javier y Alcantarilla-Murcia, Tenerife y Telde-Canarias, Pollensa y Palma-Mallorca, Rota (compartida) , Albacete, Morón de la Frontera, Villanubla-Valladolid, Armilla, Sevilla, Salamanca y Valverde de la Virgen), se convoca un concurso público para la realización de esos servicios.

Independientemente de que habría cola de nuevos trabajadores, se procede a la rescisión del contrato de los antiguos empleados mediante acta de despido. Los acogidos a pacto o acto de conciliación ante los Juzgados de los Social (S.M.A.C.) podrían presentarse a su antiguo puesto en las condiciones pactadas con el nuevo empleador (privado). El resto, a pleitear... y a convencer a Su Señoría que le han aplicado un despido improcedente porque cobraba 700.000 euros al año.

Como mal mayor, y ya en deshuso, con 40 días por año cotizado, esta banda de aprovechados se podrían "dar con un cato en los dientes". Y... todo esto no lo dice nadie de la Patronal, sino un humilde delegado sindical que opina lo que opina el resto de la calle. Ni más... ni menos.