
El problema es que sus afirmaciones no se referían a la política, si es que puede llamarse política a lo que ejercita una familia que hereda una institución como si fuera un cortijo. Dejemos pues la frase para el anecdotario borbónico.
El mismo día, su suegro, Juan Carlos Borbón – permítanme quitarle el “Don”, el “de” y el número romano – recibía en el Palacio de la Zarzuela a los ganadores de un concurso que hace apología de la Monarquía entre niños de entre apenas 8 y 13 años. Es una pena que en lugar de difundir entre los más jóvenes de nuestros jóvenes los verdaderos valores de la democracia, se les use para ensalzar una institución que no se rige por valores democráticos.
Ya puestos a ensalzar al rey entre los jóvenes, no estaría mal darles algunas lecciones como por ejemplo, ¿Quién lo puso ahí? ¿Cuánto cobra? ¿Quién lo elige? ¿A que destina los fondos destinados a la Casa Real? ¿Por qué goza de una protección especial? ¿por qué es irresponsable ante la ley? ¿Por qué se condena a quien le critica? ¿Por qué se condena a quien hace caricaturas del Borbón Junior?, etc...
Puestos a organizar concursos también se podría convocar alguno para que los chavales dieran ideas sobre otra cuestión y que podría titularse: ¿Qué hacemos con los Borbones? Seguro que darían ideas muy originales y mucho más sanas que la de colgarlos de las tripas de los obispos.
FUENTE: Publicado por J.P. el 16.06.09 en El Blog de Javier Parra (www.javierparra.laRepublica.es)
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