El batacazo electoral del PNV deja claro que ha tenido que haber (de hecho lo ha habido) un cierto trasvase de votos del partido de Iñigo Urkullu al que lidera Patxi López, y que incluso puede haber habido algo similar desde Nafarroa Bai hacia el PSN.
El resultado de los jeltzales es el peor de su historia reciente, quedándose en cotas sólo superiores a las de los años posteriores a la segunda escisión de 1986. No sólo pierde con rotundidad el primer puesto revalidado una y otra vez en los últimos años en la CAV y en Herrialdes como Bizkaia, sino que nunca desde las estatales de 1993 había estado en cotas de 300.000 votos.
El cabeza de lista en Bizkaia, Josu Erkoreka, culpó a la bipolarización PSOE-PP y, en el caso de Gipuzkoa, al efecto de empatía con el partido de Zapatero creado por el atentado de Arrasate, pero las explicaciones parecen excesivamente reduccionistas.
Resultó curioso el modo en que el PNV quitó importancia a su derrota y saludó casi como propia la victoria de Zapatero. Iñigo Urkullu llegó a decir a las 22.40 del 9-M, todavía con el recuento por cerrar, que ya había llamado al inquilino de La Moncloa para felicitarle y proponerle acuerdos.
Iñigo Urkullu propone a nivel interno de un partido dividido en dos corrientes o sensibilidades, "una reflexión seria sobre lo que son las circunstancias ya más estructurales de lo que es la sociedad vasca, y cómo afecta también una campaña de unas elecciones generales al Congreso y al Senado también a la sociedad vasca y por dónde se mueve la sociedad vasca".
Lo cierto es que, de forma curiosa, la corriente interna liderada por Egibar -básicamente soberanista- "controla" Gipuzkoa y Araba mientras que la oficialista de Urkullu (antes de Imaz) tiene su núcleo en Bizkaia. Esto se sabe pero no se reconoce públicamente. Por ver, podemos fijarnos en cómo cada una de esas sensibilidades optaban por proponer a una persona de su confianza al frente de la Kutxa gipuzkoana.
Esa doble vertiente ideológica se observa, también, cuando la corriente soberanista de Egibar pretende estar al lado del Lehendakari hasta el final de lo que se viene denominando "hoja de ruta", mientras que la la moderada de Urkullu propone posponer el proceso y se dedica a elaborar nuevos documentos como propuesta a la ciudadanía. Una propuesta, por cierto, bastante más "light".
A fecha actual, sólo hace falta -a modo de corroborar lo anteriormente expuesto- cuando el propio PNV dice blanco y, al da siguiente, no sólo dice negro, sino que reconoce un error de peso en el planteamiento inicial. Me refiero a las mociones que pretenden llevar adelante en Municipios regidos por ANV.
Aquí, también se puede observar que las tésis de la corriente liderada por Egibar chocan frontalmente con las defendidas desde el despacho principal de Sabin Etxea.
Esto, lo comento de forma independientemente a las presiones ejercidas por parte del PSOE. De hecho, aparte de la cesión socialista en la Mesa del Congreso de los Diputados otorgando una Secretaría al diputado Beloki, en la Cámara Alta, el Grupo Socialista le ha prestado 6 senadores al PNV para que se conforme como Grupo propio.
Muchas de estas cosas son desconocidas para el elector/votante de "a pie" pero, dos de estos senadores socialistas deberán estar los 4 años de Legislatura adscritos al Grupo "Nacionalistas Vascos", y ello, para que, conforme al Reglamento del Senado, siga existiendo tal Grupo.
Los favores, normalmente se pagan y, en política, aún más. Si no, ¿alguien se explica un cambio de posicionamiento del PNV en menos de 24 horas? Como diría el difunto padre de Julio Iglesias (el Dr. Iglesias Puga), "raro...raro...raro" ¿o no?.
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