El arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Fernando Sebastián, ha denunciado públicamente que la pancarta de la peña Muthiko Alaiak de Iruñea-Pamplona incorpora un crucifijo -portado por él- en el que Jesucristo aparece con el brazo en alto, saludando al estilo fascista. No contento con ello, ha pedido a autoridades civiles la inmediata retirada de la mencionada pancarta. Si por el fuera se lo hubiese pedido también a las autoridades militares.
Y es que, en efecto, no hay que ver más que su última Carta de Fe, un eslabón más en la cadena con la que la Iglesia católica quiere anular la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía. El propio Sebastián arremetió contra dicha asignatura tachándola de "superflua, laicista, impositiva y unificante". Como comentaba un columnista, "podía haberse aplicado a sí mismo tres de los cuatro calificativos".
Y, este señor habla de libertades y, mucho...mucho (demasiado diría yo) de política. ¿Alguien imagina a Sebastián, a Cañizares a Rouco y a Camino presidiendo un Tribunal de la Santa Inquisición?
Afortunadamente ya no hacen hogueras, pero de libertades esta especie de "mequetrefes" a mi no ve van hablar cuando es, ni más ni menos que la Iglesia a la que representan un paradigma universal referente a la falta (o ausencia total) de esas libertades con la que tanto se les llena la boca desde sus homilías.
Y, a mí, aunque me lo pida en latín, no tengo ni la más remota intención de retirar la pancarta de marras de mi página. Y ello, precisamente porque estoy amparado por eso que se llama libertad de expresión contra la que con exagerado ahinco ha luchado y aún lo hace la Iglesia católica. Estamos, algunos por imperativo legal, en un Estado laico y aconfesional y eso a Sebastián y los suyos no les gusta. Pues ¿cómo quieres que se hagan las leyes sino desde el laicismo? Imagino, amigo Sebastián que, si por ti fuera retrocederíamos 300 años, o menos... quizás 30. ¡Cómo añoras a Franco!
Y es que, en efecto, no hay que ver más que su última Carta de Fe, un eslabón más en la cadena con la que la Iglesia católica quiere anular la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía. El propio Sebastián arremetió contra dicha asignatura tachándola de "superflua, laicista, impositiva y unificante". Como comentaba un columnista, "podía haberse aplicado a sí mismo tres de los cuatro calificativos".
Y, este señor habla de libertades y, mucho...mucho (demasiado diría yo) de política. ¿Alguien imagina a Sebastián, a Cañizares a Rouco y a Camino presidiendo un Tribunal de la Santa Inquisición?
Afortunadamente ya no hacen hogueras, pero de libertades esta especie de "mequetrefes" a mi no ve van hablar cuando es, ni más ni menos que la Iglesia a la que representan un paradigma universal referente a la falta (o ausencia total) de esas libertades con la que tanto se les llena la boca desde sus homilías.
Y, a mí, aunque me lo pida en latín, no tengo ni la más remota intención de retirar la pancarta de marras de mi página. Y ello, precisamente porque estoy amparado por eso que se llama libertad de expresión contra la que con exagerado ahinco ha luchado y aún lo hace la Iglesia católica. Estamos, algunos por imperativo legal, en un Estado laico y aconfesional y eso a Sebastián y los suyos no les gusta. Pues ¿cómo quieres que se hagan las leyes sino desde el laicismo? Imagino, amigo Sebastián que, si por ti fuera retrocederíamos 300 años, o menos... quizás 30. ¡Cómo añoras a Franco!
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