Mañana, jueves 29 de octubre, se presenta en la librería Cámara de Bilbao (C/Euskalduna, 6) "La Chistera Azul, 25 palabras con truco en el lenguaje de derechas".
Las derechas han conseguido encandilar a millones de españoles conservadores, neoconservadores, ultraconservadores o liberales durante el último siglo. Una parte de este éxito se debe a la magia de 25 palabras. Veinticinco sustantivos claves que consumidos hasta el abuso nos han terminado consumiendo. Veinticinco vocablos como sacados de una chistera, y que repetidos hasta la saciedad en forma de abracadabra, han favorecido la penetración de una cosmología favorable a una mayor desigualdad económica y a una menor diversidad cultural.
Todo ilusionismo se basa en la construcción de una pariencia, que solo se desvela tras atentísima observación. Justo lo que se ha propuesto Jesús Barcos, periodista y asesor de comunicación, que lleva años analizando y desmontando el relato ideológico de la derecha y el centroderecha.
Os esperamos.
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miércoles, 28 de octubre de 2015
miércoles, 21 de octubre de 2015
¿ Condechazo o Rechandena ?
Quiroga se va, bueno, han logrado echarla. Su propuesta no era mala, yo la vi constructiva y con ganas de desatascar algo que, aunque parezca mentira, hay sectores a los que les sigue interesando que siga atascado.
Electoralmente le beneficia al Partido Popular a nivel de Estado (que no a nivel de Euzkadi). Me explico: Eso del “PP vasco” es una entelequia. No existe. Lo que se denomina “PP vasco” no deja de ser otra cosa más que una sucursal del Partido Popular español. Una franquicia en la que sus dirigentes se deben únicamente a los dictados de Génova y a los intereses de esa formación política, orientados a lo que llaman “el conjunto de España”. Y si para eso hay que sacrificar a Quiroga o al mismísimo “PP vasco”, pues se sacrifica.
Tiene sentido. Es muy difícil que el PP vasco pueda llegar a aspirar a desempeñar un papel relevante en Euzkadi. Y sus dirigentes lo saben, por lo que su máxima aspiración es completar o acabar sus carreras políticas en Madrid siempre, claro está, que se quiera medrar en política. Es el caso de Alonsos, Marotos, Rabaneras o Astarloas. Si no, uno siempre se puede ir a México.
En realidad es algo habitual en sucursales de partidos políticos españoles dotados de una especie de sucursalismo autonómico. Todos sabemos dónde han acabado Jauregui, Madina o Patxi López. Luego vienen los lógicos problemas como el de ¿qué hacer con Madina? Que si vas el número tal por Araba no sales y que si te cuelo en las listas del PSOE por Madrid protestan con razón los militantes madrileños de la FSM. Pero lo del PSOE es un evidente caso de Reino de Taifas (Baronías incluidas). Y si no quieres taza, taza y media: Ahora cuelan en las listas nada más y nada menos que a alguien que les ha llamado de todo menos guapos: la exmagenta Irene Lozano. Y hablando de la ya casi difunta UPyD. ¿Alguien en su sano juicio puede llegar a creer que Rosa Díez hubiese obtenido acta de diputada por su circunscripción electoral de Bizkaia? Estamos en la misma.
Volviendo a la franquicia vasca del PP, todo lo que ha ocurrido con Quiroga tiene explicación. Existe una gran bolsa de voto en el Partido Popular aglutinada en diferentes Asociaciones de Víctimas del terrorismo (solo de un tipo de terrorismo, tan deleznable como el otro, dicho sea de paso). Dichas asociaciones actúan como verdaderos lobbies dentro de Génova. Sí, tras el fiasco de VOX, la anunciada desaparición de la UPyD de Pagazaurtundua y, visto que en Ciudadanos nada quieren saber de esas asociaciones “profesionales”, han vuelto por sus fueros.
Solo hizo falta una palabra, rechazo, para que comenzaran a sonar todos los teléfonos en la sede madrileña del PP. No se puede decir rechazo. Es muy batasuno. Hay que decir condena. Y como la voluntariosa propuesta de Quiroga hablaba de rechazo, o sobra la palabra o la persona. Las dos fuera. Y, de paso, Génova premia a los latentes populares alaveses; los mismos que no comparecieron durante la ausencia de su entonces y todavía presidenta.
Quiroga se va, bueno, han logrado echarla. Su propuesta no era mala, yo la vi constructiva y con ganas de desatascar algo que, aunque parezca mentira, hay sectores a los que les sigue interesando que siga atascado
De Cospedal dijo una cosa; Nerea Llanos, otra; Borja Semper, lo contrario; la propia Quiroga, lo siguiente; Rabanera le pone sal y el ministro Alonso remata definitivamente a la que, inicialmente, fue designada dedocráticamente por Basagoiti. Y no voy a entrar en si lo hizo porque era guapa o por fea.
Con una izquierda abertzale ilegalizada, quién sabe si hasta a Alonso se le podría haber pasado por la cabeza presentar su candidatura a lehendakari y pedir a Idoia Mendia su apoyo para serlo. Sería una manera de devolver el favor que a los socialistas vascos les hizo Basagoiti para que, aquel a quien el citado llegó a llamar Hommer Simpson, accediese a la lehendakaritza. Pero eso es política ficción dentro de un escenario que, afortunadamente, no creo que volvamos a ver jamás en Euzkadi... aunque más de uno lo añore. Así las cosas, a día de hoy no hace falta que Alfonso Alonso desvele o deje de desvelar la posibilidad de presentarse en las Elecciones Autonómicas. Sencillamente, no lo hará. Su objetivo político personal está colmado con creces: acabar en Madrid... y de ministro.
Si todo el “problema” fuese (que no lo es) hablar de rechazo o de condena, mal lo tenemos. Desde la izquierda abertzale no se van a apear del “rechazo” (ya me gustaría haber oído eso del rechazo hace diez años) y desde el PP de Madrid no se apearán de la “condena” por los motivos que anteriormente he argumentado.
“Rechazar”, en castellano, es un verbo que significa resistir al enemigo, obligándolo a retroceder, contradecir lo que alguien expresa o no admitir lo que propone u ofrece, denegar algo que se pide o mostrar oposición o desprecio a una persona, grupo, comunidad, etc. Por otro lado, “condenar” significa forzar a alguien a hacer algo penoso, reprobar una doctrina, unos hechos, una conducta, etc. que se tienen por malos y perniciosos. Semánticamente, aplicado al caso concreto (a la violencia) el rechazo y la condena si bien no es que sean lo mismo, ni necesarios sinónimos, curiosamente, me sigue sonando más tajante o rotundo el término rechazo que el término condena.
Así las cosas, y visto en que, ahora todo el mundo habla de la necesidad de confluir, se podría proponer a la RAE que observe la “confluencia” de ambos términos sugiriendo la creación de los verbos “condechazar” (condenar y rechazar a la vez) y “rechandenar” (rechazar y condenar al mismo tiempo). Serían hasta sinónimos. Así, si dijese, “yo condechazo la violencia” o “yo rechandeno la violencia”, todos contentos”: Con la creación de estos nuevos verbos se buscaría evitar excusas para seguir poniendo más piedritas en el zapato de un proceso de paz y convivencia que esta sociedad reclama. Que de eso se trata.
Porque ¿si no hubiese Elecciones Generales en nueve semanas, alguien hubiese justificado ciertas posturas y actitudes por la utilización de tal o cual término? ¿A que no?
Electoralmente le beneficia al Partido Popular a nivel de Estado (que no a nivel de Euzkadi). Me explico: Eso del “PP vasco” es una entelequia. No existe. Lo que se denomina “PP vasco” no deja de ser otra cosa más que una sucursal del Partido Popular español. Una franquicia en la que sus dirigentes se deben únicamente a los dictados de Génova y a los intereses de esa formación política, orientados a lo que llaman “el conjunto de España”. Y si para eso hay que sacrificar a Quiroga o al mismísimo “PP vasco”, pues se sacrifica.
Tiene sentido. Es muy difícil que el PP vasco pueda llegar a aspirar a desempeñar un papel relevante en Euzkadi. Y sus dirigentes lo saben, por lo que su máxima aspiración es completar o acabar sus carreras políticas en Madrid siempre, claro está, que se quiera medrar en política. Es el caso de Alonsos, Marotos, Rabaneras o Astarloas. Si no, uno siempre se puede ir a México.
En realidad es algo habitual en sucursales de partidos políticos españoles dotados de una especie de sucursalismo autonómico. Todos sabemos dónde han acabado Jauregui, Madina o Patxi López. Luego vienen los lógicos problemas como el de ¿qué hacer con Madina? Que si vas el número tal por Araba no sales y que si te cuelo en las listas del PSOE por Madrid protestan con razón los militantes madrileños de la FSM. Pero lo del PSOE es un evidente caso de Reino de Taifas (Baronías incluidas). Y si no quieres taza, taza y media: Ahora cuelan en las listas nada más y nada menos que a alguien que les ha llamado de todo menos guapos: la exmagenta Irene Lozano. Y hablando de la ya casi difunta UPyD. ¿Alguien en su sano juicio puede llegar a creer que Rosa Díez hubiese obtenido acta de diputada por su circunscripción electoral de Bizkaia? Estamos en la misma.
Volviendo a la franquicia vasca del PP, todo lo que ha ocurrido con Quiroga tiene explicación. Existe una gran bolsa de voto en el Partido Popular aglutinada en diferentes Asociaciones de Víctimas del terrorismo (solo de un tipo de terrorismo, tan deleznable como el otro, dicho sea de paso). Dichas asociaciones actúan como verdaderos lobbies dentro de Génova. Sí, tras el fiasco de VOX, la anunciada desaparición de la UPyD de Pagazaurtundua y, visto que en Ciudadanos nada quieren saber de esas asociaciones “profesionales”, han vuelto por sus fueros.
Solo hizo falta una palabra, rechazo, para que comenzaran a sonar todos los teléfonos en la sede madrileña del PP. No se puede decir rechazo. Es muy batasuno. Hay que decir condena. Y como la voluntariosa propuesta de Quiroga hablaba de rechazo, o sobra la palabra o la persona. Las dos fuera. Y, de paso, Génova premia a los latentes populares alaveses; los mismos que no comparecieron durante la ausencia de su entonces y todavía presidenta.
Quiroga se va, bueno, han logrado echarla. Su propuesta no era mala, yo la vi constructiva y con ganas de desatascar algo que, aunque parezca mentira, hay sectores a los que les sigue interesando que siga atascado
De Cospedal dijo una cosa; Nerea Llanos, otra; Borja Semper, lo contrario; la propia Quiroga, lo siguiente; Rabanera le pone sal y el ministro Alonso remata definitivamente a la que, inicialmente, fue designada dedocráticamente por Basagoiti. Y no voy a entrar en si lo hizo porque era guapa o por fea.
Con una izquierda abertzale ilegalizada, quién sabe si hasta a Alonso se le podría haber pasado por la cabeza presentar su candidatura a lehendakari y pedir a Idoia Mendia su apoyo para serlo. Sería una manera de devolver el favor que a los socialistas vascos les hizo Basagoiti para que, aquel a quien el citado llegó a llamar Hommer Simpson, accediese a la lehendakaritza. Pero eso es política ficción dentro de un escenario que, afortunadamente, no creo que volvamos a ver jamás en Euzkadi... aunque más de uno lo añore. Así las cosas, a día de hoy no hace falta que Alfonso Alonso desvele o deje de desvelar la posibilidad de presentarse en las Elecciones Autonómicas. Sencillamente, no lo hará. Su objetivo político personal está colmado con creces: acabar en Madrid... y de ministro.
Si todo el “problema” fuese (que no lo es) hablar de rechazo o de condena, mal lo tenemos. Desde la izquierda abertzale no se van a apear del “rechazo” (ya me gustaría haber oído eso del rechazo hace diez años) y desde el PP de Madrid no se apearán de la “condena” por los motivos que anteriormente he argumentado.
“Rechazar”, en castellano, es un verbo que significa resistir al enemigo, obligándolo a retroceder, contradecir lo que alguien expresa o no admitir lo que propone u ofrece, denegar algo que se pide o mostrar oposición o desprecio a una persona, grupo, comunidad, etc. Por otro lado, “condenar” significa forzar a alguien a hacer algo penoso, reprobar una doctrina, unos hechos, una conducta, etc. que se tienen por malos y perniciosos. Semánticamente, aplicado al caso concreto (a la violencia) el rechazo y la condena si bien no es que sean lo mismo, ni necesarios sinónimos, curiosamente, me sigue sonando más tajante o rotundo el término rechazo que el término condena.
Así las cosas, y visto en que, ahora todo el mundo habla de la necesidad de confluir, se podría proponer a la RAE que observe la “confluencia” de ambos términos sugiriendo la creación de los verbos “condechazar” (condenar y rechazar a la vez) y “rechandenar” (rechazar y condenar al mismo tiempo). Serían hasta sinónimos. Así, si dijese, “yo condechazo la violencia” o “yo rechandeno la violencia”, todos contentos”: Con la creación de estos nuevos verbos se buscaría evitar excusas para seguir poniendo más piedritas en el zapato de un proceso de paz y convivencia que esta sociedad reclama. Que de eso se trata.
Porque ¿si no hubiese Elecciones Generales en nueve semanas, alguien hubiese justificado ciertas posturas y actitudes por la utilización de tal o cual término? ¿A que no?
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